Viaje entre rascacielos y palmeras
¿Ciudad o playa? ¿Cultura o relax? ¿Compras o descanso? Es posible combinar dos destinos deseados y contrapuestos.
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Por Chris Melzer (dpa)
¿Ciudad o playa? ¿Cultura o relax? ¿Compras o descanso? Habitualmente hay que elegir cómo pasar las vacaciones, pero no siempre. Es posible combinar dos destinos deseados y en principio contradictorios: Nueva York y el Caribe.
En Estados Unidos y Canadá se trata de un viaje habitual, pero desconocido en otras partes del mundo, que se puede llegar a hacer por unos 2.500 dólares. El plan es pasar un par de días en el agotador Manhattan, con sus museos, salas de conciertos y tiendas, una semana de crucero en el Caribe y otra vez unos días en la gran metrópolis.
Durante siglos Nueva York fue la puerta de América para millones de inmigrantes. El Caribe no está a más de tres días de navegación, que en los barcos es lenta, pero constante, día y noche. Al final solo quedarán dos o tres días para disfrutar realmente del sol, pero en todo crucero lo que importa es el camino más que la meta.
Muchos buques parten del West Side de Manhattan, al que se llega desde los barrios turísticos de la isla en un par de minutos en taxi, o bien en autobús.
Otro punto de partida es Brooklyn, a menos de diez kilómetros de Times Square. Algunos hoteles ofrecen un servicio de transporte. Y otro se encuentra al otro lado de Manhattan: Cape Liberty Cruise Port está en Nueva Jersey, pero a la vista desde la Estatua de la Libertad. Son unos 20 kilómetros en taxi desde Manhattan.
El check in es como en el aeropuerto y de hecho rige la misma cantidad de kilos por maleta, 23 como máximo. También los controles de seguridad son estrictos y no se puede subir alcohol a bordo. Las cabinas son estrechas pero no muy distintas a un hotel típico de Nueva York y tienen minibar, televisión, baño y ducha.
«Queríamos ir a Nueva York«, afirman Dagmar y Wolfgang Bernaschek, una pareja alemana que sube a bordo. «Pero también queríamos hacer un crucero por el Caribe«. La solución les pareció muy buena porque ir a la ciudad desde Europa para unos pocos días les parecía muy caro, y lo mismo pasaba con un crucero, que además tardaba mucho desde el Viejo Continente.
Para abaratar los costes, el matrimonio comparte cabina con unos amigos. «Sí, es pequeño«, señala Bernd Fritsche, que viaja con su novia. «Pero uno solo va allí a dormir, y el resto del día está dando vueltas por el barco«. Después de un par de jornadas agotadoras en los museos y shoppings de Nueva York, el viaje en barco resulta una excelente elección. «Y tan solo la partida del puerto ya valió la pena«, dice Fritsche.
Despacio, el buque se va apartando del puerto con vistas al Empire State, el Rockefeller Center, Penn Station y el Madison Square Garden. Y por supuesto pasa también delante de la Estatua de la Libertad, con la que todos los pasajeros se hacen una foto.
Ya al día siguiente el aire es notablemente más cálido, con el crucero a la altura de los estados del sur de Estados Unidos. Un día y una noche más a bordo y el barco hace su primera parada en Puerto Cañaveral.
Se trata del puerto desde donde se recuperan del mar los tanques de los transbordadores que parten de la estación espacial de la NASA, cuyo enorme edificio se ve desde cubierta.
El programa más habitual son visitas a Orlando, a unos 80 kilómetros, para ver Disney World, los Estudios Universal, Seaworld o Busch Gardens. O bien un tour por la propia NASA.
Los paseos se pueden reservar a bordo pero no son baratos. Por eso, si se quiere ahorrar, es posible tomar autobuses desde el puerto que por un par de dólares llevan a la cercana ciudad. O disfrutar de la playa, que es gratis.
Al día siguiente, los pasajeros despiertan ya en el Caribe. Las compañías Norwegian Cruise Line y Royal Caribbean, ambas estadounidenses pese a sus nombres, poseen pequeñas islas privadas que consisten básicamente en arena y palmeras.
Los pasajeros son llevados allí en botes. Conviene salir temprano porque hay suficientes tumbonas pero pocas a la sombra. Lo que no falta es comida y bebida, que es traída desde los barcos.
Durante todo el viaje lo normal es tener incluidas tres comidas. Se pagan las bebidas, excepto el agua y el té helado. Pueden ser muy formales, como en Royal Caribbean, con horarios y mesas fijos, o más informales como en «Free Style Cruising» de Norwegian.
A ello hay que sumarle las propinas, que en general se pide de forma fija a cada pasajero y que rondan lo diez dólares por día. Por eso, una pareja debe contar con sumar al precio del viaje entre 150 y 200 dólares.
Información: División de Turismo del Estado de Nueva York, 30 South PearlStreet, US-Albany, NY 12245 (Tel.: +1 518/292 53 60, e-mail: [email protected]).