Donde sobreviven los bisontes
Para encontrar el último bosque virgen de Europa hay que viajar hasta Bialowieza, entre Polonia y Bielorrusia.
Unos bisontes se pasean por el bosque de Bialowieza. Foto: Oficina de Turismo de Polonia. [ Ver fotogalería ]
Por Arnd Petry, desde Polonia (dpa)
El hongo es el primer signo del futuro derrumbe, porque ablandará el tronco. Luego vendrán los pájaros carpinteros y los insectos y, en algún momento, quizás dentro de 50 años, el viento hará el resto.
Cuando los rayos del sol vuelven a alcanzar el suelo después de mucho tiempo, los pequeños robles tienen una oportunidad. «Nosotros queremos proteger este proceso de vida y muerte de los árboles», indica Irek. A diferencia de lo que ocurre en un bosque plantado por el hombre, aquí hay un mosaico de diferentes estratos, una variedad que hace posible la gran cantidad de especies.
En el parque viven 56 mamíferos, que incluyen a todos los que existen en el Viejo Continente, desde osos a lobos, pasando por tejones, castores, alces, ciervos rojos y el animal insignia del lugar, el bisonte europeo. Estos macizos animales son el motivo de que el bosque de Bialowieza haya sobrevivido a lo largo de los siglos.
Ya hace unos 600 años, los reyes polacos se reservaron los bisontes de hasta 900 kilos para su caza privada, y para preservarlos se prohibió talar los árboles. Los zares rusos, que dominaron la zona entre 1795 y 1918, convirtieron al bosque en su propiedad privada y la caza furtiva de los bisontes estaba penada con la muerte. Sin embargo, la decadencia de los zares y la Primera Guerra Mundial acabó con el último bisonte salvaje, que fue abatido por un guarda forestal en febrero de 1919.
Poco después comenzó la historia moderna del parque natural. En 1923 fue puesto bajo protección, y en 1932 fue creado el primer parque nacional de Polonia. Para entonces hacía tres años que los bisontes habían sido reintroducidos, con los últimos ejemplares traídos de zoológicos a una estación de reproducción.
El proyecto fue exitoso y actualmente hay en todo el mundo unos 3.000 bisontes que proceden todos del primer grupo criado en Bialowieza. En el bosque polaco hay unos 900 y otros 500 del lado bielorruso, en dos grupos que no se mezclan. «Eso podría aumentar el problema de la reproducción a largo plazo», comenta Irek.
La mejor opción para ver a los bisontes salvajes es el «Sendero Bisonte», de más de 20 kilómetros de largo, que une dos zonas de alimentación. Lo ideal es ir de madrugada, a las 3:30 o 4:00 horas, o bien cuando cae el sol.
El turismo representa una oportunidad y un peligro a la vez, señala Stefan Jakimiuk, experto en Bialowieza de la oficina polaca de la organización ecologista WWF. «El actual parque natural es demasiado pequeño para proteger la naturaleza y a la vez apostar por el turismo».
Pero los planes de ampliarlo chocan contra los deseos de los habitantes locales. Por eso WWF intenta promover el turismo fuera del bosque en sí, en sus alrededores, con la creación de 250 kilómetros de senderos para ciclistas.
El punto de partida de la mayoría de los visitantes es la Bison Reserve, a la que se llega cómodamente en coche. Es un mini-zoo cuya entrada cuesta seis zlotys (1,8 dólares/1,4 euros). Cada año llega aquí un cuarto de millón de personas, más de diez veces más que las que recorren el bosque protegido. En sus folletos promocionales, la oficina de turismo regional señala que «ir a Bialowieza y no ver un bisonte es como ir a Roma y no ver al Papa».