BRUJAS / BÉLGICA

Tres días en «la Venecia del Norte»

Con algunos de los edificios más bellos de Europa, esta encantadora ciudad belga, es un festín de cervezas y chocolaterías. Fotos

La Grand Place de Brujas, como la de Bruselas, la capital del país, nuclea algunos de los edificios más antiguos de la ciudad. Entre ellos el Beffroi (siglo XIII), la torre más alta de Bélgica. [ Ver fotogalería ]

Ficha

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Por Ingrid K. Williams (*)

El retrato de Brujas en la comedia oscura de 2008 In Bruges fue el de una ciudad de cuento de hadas, tan aburrida que casi enloqueció al personaje de Colin Farrell. La encantadora capital de Flandes Occidental, en el noroeste de Bélgica, es efectivamente tranquila, con cisnes que se deslizan sobre canales medievales y calles adoquinadas, y con tiendas de encaje y silenciosos cafés. Pero nuevos –y otros renovados– museos están abriendo las puertas y, al caer la noche, pubs locales ofrecen increíbles selecciones de raras cervezas belgas.

Gran parte del centro de la ciudad recuerda un cuento de hadas, con pasarelas de piedra sobre pintorescos canales y calles adoquinadas que serpentean entre casas señoriales. Para ver las más hermosas maravillas medievales hay que caminar al lado del canal Dijver, que se abre paso por toda la ciudad, y terminar en Grote Markt, la Gran Plaza dominada por un campanario del siglo XIII. Los enérgicos pueden subir al campanario.

Con la elevada concentración de chocolaterías, se cree ver trufas y praliné por todas partes. Las más innovadoras son Chocolate Line y BbyB (Sint-Amandsstraat 39). El último rumor en el mundo de la gastronomía belga tiene que ver con Hertog Jan (Torhoutsesteenweg 479), un restaurante pequeño pero elegante que ya va por su tercera estrella Michelin. El menú fijo de cinco platos cuesta 115 euros, sin bebidas.

A la mañana siguiente, empezar el día como los locales es ir al mercado callejero de la plaza ‘t Zand. En el extremo norte de la plaza venden quesos de la región, arenque ahumado y hogazas recién horneadas de pan de pasas y nuez. Después, compre una bolsa de frescos mini-boterwafels.

A estas horas de la mañana el gentío todavía no atesta los museos, así que es el mejor momento para admirar las pinturas de los Primitivos Flamencos, un grupo de artistas influyentes que florecieron en el siglo XV. Empiece en el Memling in Sint-Jan Hospital Museum, donde seis obras cautivantes de Hans Memling adornan una pequeña capilla.

Después, cruzando el canal, ingrese al Groeninge Museum (Dijver 12), que reabrió en 2011 después de importantes renovaciones. Vale la pena pagar la entrada (8 euros) de admisión sólo por estudiar en persona el impresionante realismo de la Madonna with Canon Joris van der Paele, de Jan Van Eyck.

Para almorzar, evitar los restaurantes de la parte histórica de la ciudad, donde los precios y la calidad reflejan la dependencia del turismo. Mejor es ir a Tete Pressee (Koningin Astridlaan 100), en el vecindario residencial de Sint-Michiels. El menú sólo está en holandés, pero el amigable chef Pieter Lonneville felizmente ayuda a traducir. Es imposible equivocarse con el menú fijo de tres platos (33 euros).

Los expertos en el mundo de la moda que no tengan tiempo de ir a Amberes estarán entusiasmados en L’Héroine (Noordzandstraat 32), un local que ofrece la colección de los diseñadores Dries Van Noten, Ann Demeulemeester y Christian Wijnants.

Cuando se habla de cervezas, todos idolatran el pub ‘t Brugs Beertje (Kemelstraat 5), muy “gezellig”, una palabra holandesa que encierra perfectamente la cómoda y acogedora sensación del lugar, con cientos de opciones de cervezas. Para muchos, las preferidas son St. Bernardus Tripel, La Rulles Estivale y Orval Trappist (desde 3 euros).

A la mañana siguiente, alquile una bicicleta en la estación de tren (8 euros por dos horas) y pedalee al noreste junto al ancho canal que rodea la ciudad: media hora de recorrido por parques verdes, una pasarela de madera y los cuatro molinos de viento que sobreviven en la ciudad. De regreso desvíese a Begijnhof, un tranquilo patio rodeado por las casitas de campo donde alguna vez vivieron las beguinas de Brujas, una orden religiosa de solteras y viudas del siglo XIII. Hoy las habitan monjas benedictinas, una orden de silencio que garantiza que estos gastados adoquines sean de los más tranquilos de Brujas.

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DATA

  • Coordenadas: Brujas se encuentra en el noroeste del país, a 90 kilómetros de Bruselas, capital de Bélgica. Su nombre proviene de brug, del holandés “puente”.
  • Hospedaje: Hotel de Orangerie (Kartuizerinnenstraat 10), doble con vistas al canal por € 200. El dato: en octubre se realizará la fiesta de las esculturas de nieve y en noviembre, la de la cerveza.
  • Más info: www.brugge.be/invierno.

 

(*) The New York Times / Travel. Nota publicada en el Suplemento Turismo del Diario PERFIL el sábado 8 de septiembre de 2012.

 

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