NUEVA YORK AL AIRE LIBRE

Central Park, el gimnasio más grande del mundo

Sus 341 hectáreas invitan a escapar del ruido y del «fast food», para realizar deportes de todo tipo, todo el año y sin costo. Fotos

Dos chicas haciendo "footing" en Central Park. Foto: picture alliance/Robert Harding World Imagery [ Ver fotogalería ]

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Por Ignacio Encabo (dpa)

Nueva York avasalla a sus habitantes con sus imponentes rascacielos y con la oferta continua, en cada esquina, de comida rápida. Sin embargo, entre los altos edificios hay un reducto en el que la gente escapa de las hamburguesas, las pizzas y las bebidas carbonatadas para practicar deporte: Central Park.

Estados Unidos es el paraíso de los amantes de la «junk food», y Nueva York no es la excepción. En cualquier parte de la ciudad, salvo en las 341 hectáreas de Central Park, hay a mano una tienda de alguna de las numerosas cadenas de comida rápida.

La fama de una sociedad obesa persigue, no sin ciertos argumentos, a los estadounidenses. Central Park, con su efervescencia deportiva, plantea la antítesis. Con la vida saludable por bandera, amanece cada día como una auténtica pista de atletismo: miles de neoyorquinos salen a correr desde primera hora por el parque más grande de la isla de Manhattan.

Pero el verde Central Park no sólo permite hacer «footing» a sus visitantes. El parque, un descampado hasta finales del siglo XIX, ofrece la posibilidad de practicar todo tipo de deportes. La gente pasea, anda en bicicleta, juega al tenis, batea pelotas de béisbol, encesta desde la línea de triple y disfruta de partidos de fútbol, conocido en Estados Unidos como «soccer». También hay lugar para la natación y la pesca durante el verano, así como para el patinaje sobre hielo, esquí y trineo durante el invierno.

No hay limitaciones de espacio ni de temperatura en Central Park: en cualquier época del año es posible ejercitar los músculos de muchas maneras posibles. Pero aunque la oferta de deportes en Central Park es casi más amplia que la de menús de comida rápida en las anchas avenidas de Nueva York, la gente practica un deporte por encima del resto.

«Hay gente corriendo todos los días, no se cansan. Aunque llueva o haga cero grados (centígrados)», dice un neoyorquino de origen puertorriqueño que lleva años trabajando por la zona. Los habitantes de la metrópoli corren y corren por todo el parque a cualquier hora del día. Y tienen circuito preferido: dar vueltas, todos en el mismo sentido, alrededor del lago más grande de Central Park.

Algún despistado se ejercita en sentido contrario, pero enseguida alguien le indica el camino correcto, el mismo por el que corrió Dustin Hoffman en la película Marathon Man, la historia de un joven que quiere correr la maratón de Nueva York. «No tiene defectos, un lago perfecto situado en el lugar más inesperado», reflexiona el personaje principal de la novela de William Goldman en que se basa el filme.

Aunque correr es una actividad antiquísima y bastan unas zapatillas y un cómodo pantalón para poder practicarla, la moda también llegó al mundo del «footing». No podía ser de otra forma en Nueva York, una ciudad en la que dedicar un tiempo a las compras es una actividad turística. Algunos, los menos tradicionales, corren con zapatillas fluorescentes, el último grito en moda deportiva. También los hay orgullosos de sus abdominales que se ejercitan sin camiseta dejando a la vista sus méritos físicos.

Construido en la segunda mitad del siglo XIX, Central Park es la contraposición al resto de la ciudad. Los rascacielos ensombrecen las avenidas por las que no dejan de circular los vehículos entre el barullo y estrés de la gente, que sale corriendo de su oficina para tomar un taxi e ir lo más rápido posible al otro rincón de la inmensa metrópoli. En el verdoso parque, en cambio, se respira tranquilidad. El cuidado césped permite tumbarse a descansar sobre él en alguna de sus muchas praderas perfectamente acomodadas para la ocasión.

Las 341 hectáreas de parque, limitadas por la Quinta Avenida al este y por la Central Park West al oeste, invitan a los neoyorquinos a escapar de las grasas saturadas y a sudar en el gimnasio más grande del mundo: numerosos deportes, la mayoría a costo cero, y en el centro de una de las «capitales del mundo».

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