Paraísos por descubrir en el oeste cubano
Uno de los paraísos cubanos reservados todavía a unos pocos es Pinar del Río, la provincia más occidental del país caribeño. Fotos
La playa de Cayo Levisa, en Pinar del Río, Cuba [ Ver fotogalería ]
Fotos y texto: Vicente Poveda (dpa)
En la cultura occidental, la imagen del paraíso aparece asociada a menudo a una isla desierta, con playas de arena blanca, aguas cristalinas y cocoteros. Y Cuba dispone a su alrededor de más de 4.000 cayos e islotes, en su mayoría en estado virgen y alejados del turismo de masas que predomina en destinos tradicionales como La Habana o Varadero.
Uno de esos paraísos reservados todavía a unos pocos es un archipiélago conocido como Los Colorados en la provincia de Pinar del Río, la más occidental del país caribeño.
Un barco lleva todos los días desde el embarcadero de Palma Rubia hasta Cayo Levisa, la principal de sus islas y la única que dispone de alojamiento de vacaciones. Tiene una superficie de apenas 2,5 kilómetros cuadrados y una playa de más de 3.000 metros de largo ideal para quien busca silencio y huir de las aglomeraciones.
Bajo sus aguas se encuentra un arrecife de coral en el que, según expertos, se observan 500 especies de peces y 200 de esponjas y estrellas de mar, un lugar abierto al buceo o el snorkeling al que se puede acceder en bote, kayac o catamarán. La isla tiene 23 puntos de inmersión autorizados y una base de buceo que sigue los estándares internacionales y en la que se ofrecen cursos.
Su hotel dispone de apenas 33 habitaciones, cabañas para dos personas situadas sobre la arena en primera línea de playa.
«Generalmente estamos por encima del 90 por ciento de ocupación«, explica el subdirector comercial del Hotel Cayo Levisa, Eliecer Rodríguez, quien afirma que sus huéspedes se suelen quedar un promedio de entre tres y cuatro días, pero que hay quien reserva las cabañas hasta por más de un mes y aprovecha para realizar excursiones en la zona, tanto en los cayos como en tierra firme.
No muy lejos se encuentra por ejemplo el Mégano de Casiguas, el cayo favorito de Ernest Hemingway, con una playa desierta de 500 metros y una barrera de coral. El escritor estadounidense pasó muchos días allí escribiendo su novela «Islas en el Mar». Otro que se puede visitar en las inmediaciones es el Cayo Paraíso.
Según Rodríguez, un atractivo especial es celebrar el Año Nuevo. «Ofrecemos una cena especial. Colocamos las mesas en la playa y las iluminamos sólo con velas«, afirma, señalando no obstante que los turistas acuden durante todo el año, incluso en los meses más lluviosos como mayo o junio.
Pero para quien no sea amante del mar, Pinar del Río ofrece también destinos de turismo natural en tierra firme, el principal de ellos el Valle de Viñales. A tan sólo 150 kilómetros de La Habana, el valle y gran parte de la sierra que lo rodea fueron declarados parque nacional hace diez años y comenzaron a integrar también el Patrimonio de la Humanidad de la Humanidad de la UNESCO.
Se extiende por más de 700 kilómetros cuadrados repletos de diferentes tonos de verde y unas formaciones montañosas de formas singulares conocidas como mogotes y que son únicas en toda la isla.
Sobre uno de ellos, el mogote Pita, está pintado el Mural de la Prehistoria, de 150 metros de longitud, y en el que se representa el proceso evolutivo del ser humano y los animales.
En el valle se encuentran también numerosas cuevas, la principal de ellas la del Indio, de roca caliza. De su interior se pueden recorrer unos 200 metros a pie y otros 250 en lancha, a través del río San Vicente, uno de los dos riachuelos que discurren por su interior. Otras cuevas en la región son las de José Miguel o la caverna de Santo Tomás.
Junto al valle se levanta el poblado de Viñales, que mantiene su imagen original de un asentamiento de agricultores. Sus casas, generalmente de un piso y con columnas de varios colores en las fachadas, están restauradas y muchas de ellas ofrecen alojamiento a turistas como alternativa a los hoteles de la zona, varios de ellos emplazados en el interior mismo del valle.
Al margen de visitas a la capital de la provincia y los tours que se ofrecen por las vegas en las que se cultiva uno de los tabacos más prestigiosos del mundo, otro de los destinos en alza es Soroa, localidad montañosa y con un clima húmedo y fresco que lo convierten en un lugar apropiado para el senderismo y excursiones a pie.
Entre los lugares a visitar se encuentra su Orquideario, con una superficie de 35.000 metros cuadrados que contiene más de 20.000 ejemplares, con 130 especies cubanas y 700 de otras partes del mundo. Fue fundado en 1943 por Tomás Felipe Camacho, un abogado nacido en las Islas Canarias, y es uno de los principales centros de investigación sobre estas flores de toda América Latina.