Dos perlas culturales del norte de Italia

Lugares cargados de historia y romanticismo. Fotos

Vista desde Malcesine al lago de Garda. Foto: Picture Alliance / Lars Halbauer [ Ver fotogalería ]

Ficha

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Por Hanns-Jochen Kaffsack (dpa)

La mayoría de turistas que se se dirigen al lago de Garda planean hacer surf, montar en bicicleta o agotadoras rutas de escalada. Pero la zona está a sólo una hora en coche de dos de los principales atractivos culturales del norte de Italia: Vicenza y Verona.

Al lago de Garda se llega por una serpenteante carretera que atraviesa suaves colinas llenas de vides, aunque en el tramo final, los cipreses obstaculizan un poco las vistas. Y unas curvas más adelante allí está: el mayor lago italiano, rodeado de montañas y pueblecitos.

Hay numerosos lugares en la orilla este desde los que sumergirse en las claras aguas del lago. La ciudad vinícola de Bardolino, en Garda, o Torri del Benaco, son sólo unos ejemplos. Un poco más al norte, el lago se estrecha y las rocas que lo bordean se vuelven más escarpadas.

Cuando llega el calor, los aficionados a todo tipo de deportes acuáticos disfrutan de sus aguas, pero la primavera y el otoño son las mejores épocas del año para quienes deseen disfrutar de los destinos históricos urbanos en la región.

Uno de ellos es la pujante Verona. La ciudad se encuentra atrapada por un meandro del río Adige, a los pies de las colinas venecianas. Disfruta de un clima suave y posee un barrio antiguo al que la UNESCO dio la categoría de patrimonio de la humanidad hace una década.

El balcón de Romeo y Julieta en la ciudad italiana de Verona. Foto: picture alliance / Arco Images GmbH

Los balcones de las hermosas casas patricias y palacios de la ciudad están llenos de flores. Y precisamente la palabra balcón tiene un significado especial en Verona, sobre todo uno que da a un tranquilo patio bajando la Via Cappello.

Este balcón se asocia con la trágica historia de amor de Romeo y Julieta, que Shakespeare enmarcó en Verona. Y a los turistas les encanta fotografiarse en este marco que combina lo pintoresco con la leyenda.

Sin embargo, Verona ofrece mucho más. Además de un coliseo romano, que sigue utilizándose para albergar coloridos eventos y los principales festivales de ópera, la basílica de San Zenón es una obra maestra de la arquitectura románica, aunque se encuentra un poco alejada del centro.

Y a una hora en coche al este de Verona se encuentra la ciudad cosmopolita de Vicenza, impregnada del trabajo de un maestro: el arquitecto Andrea Palladio (1508-1580).

Vicenza es, sin duda alguna, un lugar perfecto para ir de compras, y son pocos los turistas que parten de allí sin haberse llevado una botella de aceite de oliva o vinagre balsámico de Módena. Pero sería una pena dedicarse a las tiendas sin antes haber admirado el esplendor de los 23 edificios designados por Palladio.

El Teatro Olímpico es uno de los más notables. Fue terminado en 1585 y se trata del teatro cerrado más antiguo del mundo. También merece una visita la Villa Capra (La Rotonda), un palacio renacentista que se erige majestuosamente en lo alto de una colina, rodeado de un paisaje rural.

Construido en un estilo completamente simétrico, con cuatro fachadas y una cúpula, está inspirado en el panteón de Roma y ha sido objeto de numerosas imitaciones.

 

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