ALEMANIA

De visita en Weimar, el jardín de Goethe

Dicen que, en realidad, es un parque que alberga una ciudad, en que nacieron y vivieron genios de la cultura.

El Tierfuter Park, es con sus 21 hectáreas el más pequeño de todos, pero a muchos turistas les parece el más hermoso. [ Ver fotogalería ]

Ciertamente, Weimar es la ciudad de los poetas y filósofos alemanes. Goethe y Schiller, Herder y Wieland, pero también genios de la música como Bach y Liszt cuentan entre sus ilustres habitantes. Pero es también una ciudad llena de parques y jardines y, curiosamente, ambos aspectos están relacionados.

A Synje Jacobsen, guía de la fundación cultural Kassik Stiftung Weimar, le gusta citar a un historiador alemán cuando empieza sus tours, que muestran a los visitantes la parte más verde de esta localidad que también fue centro de la Bauhaus. «Weimar es en realidad un parque que alberga una ciudad«.

Y es que por suerte, el paisaje urbano de Weimar se ve recortado por tres parques que se alinean a lo largo de kilómetros, uno tras otro, a orillas del pequeño río Ilm. El más famoso, y el más grande, es el Parque de Goethe.

Quienes empiezan el recorrido en el castillo pronto acabarán topándose con el Ilm, desde el que se abre una impresionante vista panorámica de la casa y el jardín de Johann Wolfgang von Goethe. El duque Carlos Augusto se la entregó al poeta en 1776.

«Tengo un pequeño y encantador jardín en un valle, en las hermosas praderas junto al Ilm«, escribió Goethe en aquella época. «Hay una vieja casa de campo que está siendo reparada«.

Sin duda, la más famosa de las vistas sobre estos jardines se obtienen desde la casa de Charlotte von Stein, amante del poeta durante años. Según las crónicas de la época, Charlotte encendía una vela en la ventana del piso de arriba de su vivienda para que Goethe supiera que «no había moros en la costa«, es decir, que su marido estaba fuera.

Otra historia habla del suicidio del joven Christel von Lassberg, de apenas 17 años. «Al parecer, se lanzó al Ilm desde el puente que existía entonces, con el libro de «Las desventuras del joven Werther» en el bolsillo«, cuenta Jacobsen. Aquello llevó a Goethe, el autor de la famosa novela del «Sturm und Drang», a colocar en el parque un pequeño monumento en su memoria.

De visita en Weimar, el jardín de Goethe

Sin embargo, «lo más espectacular del diseño del parque junto al Ilm es la Casa Romana«, sostiene Jacobsen. Fue Goethe a quien se le ocurrió la idea de la casa, construida entre 1792 y 1797, cuando volvió de un viaje a Italia. Fue el primer edificio clasicista de Weimar y sirvió de residencia de verano para el duque Carlos Augusto. Actualmente alberga un museo.

Subiendo las colinas de robles, a sólo dos kilómetros de la ciudad, se llega a un parque con vistas panorámicas donde los visitantes pueden disfrutar del barroco palacio Belvedere, con sus caballerizas y su «orangerie».

«El conjunto fue concebido como residencia de verano, siguiendo el modelo de Versalles, con jardines de diseño estríctamente geométricos«, explica Jacobsen. Como el autor de «Fausto» y el duque llevaron a cabo allí estudios de botánica, pronto emergió también un jardín botánico.

El tercer parque, Tierfuter Park, es con sus 21 hectáreas el más pequeño de todos, pero a muchos turistas les parece el más hermoso. Y esto se debe al estimulante contraste entre sus praderas, salpicadas de árboles dispersos y lechos florales a un lado del Ilm, y sus pronunciadas pendientes en la otra orilla.

Pero además, si hay un árbol que caracteriza la imagen de Weimar, ese es probablemente el ginkgo, al que la ciudad dedica incluso un museo. Esta exótica especie oriental se hizo muy popular en Europa en el siglo XVIII, siguiendo el modelo de los parques ingleses. Y aparte de su interés botánico, a Goethe no le pasó desapercibida la curiosa forma de sus hojas, a las que dedicaría su poema «Ginkgo biloba». Por Detlef Berg (dpa)

 

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