A pie por la Plaza de Mayo
Se trata de la única plaza de Argentina a la que, en una dimensión nacional, puede llamarse «La Plaza».
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Desde la segunda fundación de Buenos Aires, en 1580, la Plaza de Mayo, ubicada frente a la Casa Rosada, es el corazón institucional de la ciudad de Buenos Aires y de país, y late con mucha fuerza, y hasta retumba, cada vez que un incidente político de magnitud la hace rebalsar de manifestantes o celebrantes.
Con distintos nombres (Plaza de Armas, Mayor, De la Victoria) y con funciones también distintas a lo largo del tiempo (mercado, lugar de ajusticiamiento, teatro de fiestas y protestas), la Plaza es la única plaza del país a la que, en una dimensión nacional, puede llamarse «La Plaza». El carácter de ese gran espacio adornado de palmeras, bajo un cielo abierto que presiente el río, cambio mucho entre los días laborables y los feriados y fines de semana, cuando la tensión de los transeúntes apurados desaparece y toda el área asume un ritmo perplejo, casi de fiesta.
La Avenida de Mayo, que nace en la Plaza, fue el primer boulevar construido en Buenos Aires, entre 1894 y 1913. Sus 1.350 metros de largo por 30 de ancho tuvieron la intención expresa de unir la Casa de Gobierno y el Congreso Nacional. En las primeras décadas del siglo XX, la avenida fue además el eje de la vida institucional, comercial y social de la ciudad. En esos año, se construyeron a sus lados importantes edificios, de gran valor arquitectónico, de los cuales muchos siguen existiendo.
Por su subsuelo corre la línea de subte A, la primera del país y de Hispanoamérica, cuya estación Perú conserva buena parte del equipamiento original, desde su inauguración en 1913. En sus días laborales, la Avenida de Mayo es una vía de intenso tránsito que, igual que la Plaza, se tranquiliza los sábados, domingos y feriados.
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