Baires al compás del tango
Con pisos de madera o baldosas, para ir con raftas o funyi, la ciudad ya suma 40 tanguerías y más de 130 milongas. Fotos
El Viejo Almacén. En Av. Independencia y Balcarce. Foto: Cedoc Perfil [ Ver fotogalería ]
Por Laura Blanco (*)
Decir que son un boom sería un error. Boom denota una moda del momento, efímera, pasajera. Como los parripollos o las canchas de paddle. Las milongas de Buenos Aires, en cambio, resurgieron tímidamente hace ya unos años, para luego explotar y posicionarse como una de las salidas preferidas por porteños y turistas. Las hay para todos los gustos: con piso de madera o de baldosas, más formales o a las que aceptan jean y zapatillas, las preferidas por mayores de 50 o las que se llenan de veinteañeros con rastas y piercings.
Según un informe del Observatorio de la Subsecretaría de Industrias Culturales porteña, la Ciudad ya cuenta con alrededor de cuarenta casas de tango –que en su mayoría ofrecen cena show y se enfocan al turismo internacional– y más de 130 milongas. En estas últimas, en cambio, el ambiente es muy distinto: en ellas, la mayoría son argentinos, comen empanadas de carne con vino tinto y bailan toda la noche al ritmo del 2×4.
Las milongas constituyen un universo en sí, con códigos propios: en las más tradicionales, por ejemplo, es casi un pecado no bailar toda una “tanda” –4 o 5 temas– con la misma persona y los hombres siguen invitando a la pista a las mujeres con el “cabeceo”. En las milongas más jóvenes, como el Parakultural (Scalabrini Ortíz 1331) o La Viruta (Armenia 1366), muchos de estos códigos se perdieron, aunque siguen conservando el espíritu arrabalero.
Tanguería, orquesta y cooperativa. El Club Atlético Fernández Fierro (Sánchez de Bustamante 762) es un buen lugar para ir y comenzar a conocer de cerca la movida tanguera de Buenos Aires. Se trata de un galpón ubicado en el barrio de Almagro, sin más decoración que decenas de mesas y sillas de todos los colores, estilos y tamaños. Es que, cuando recién arrancó, esta tanguería dejaba pasar gratis a quienes llevaran su propia silla y colaboraran con el mobiliario del lugar.
Allí, todos los miércoles toca la Orquesta Típica Fernández Fierro, formada por doce muchachos que, además de trasladar a quien los escuche a algún rincón oscuro, onírico y casi psicodélico de nuestro ser, funcionan como una cooperativa. Bajo las consignas del desinterés monetario y el igualitarismo, estos músicos –más los sonidistas, iluminadores, asistentes, etc.– ya cumplieron diez años, lanzaron una radio online y acaban de reeditar su último disco en formato vinilo. De lo mejorcito en la escena tanguera porteña.
La más vieja del mundo. En el barrio de Villa Urquiza se encuentra Sin Rumbo (Tamborini 6157). Fue fundada en 1919 por un grupo de jóvenes que logró cumplir el sueño de abrir un club luego de ganar una carrera en el hipódromo. Con el dinero que reunieron, compraron un terreno y abrieron este lugar, al que llamaron Sin Rumbo, en homenaje a su caballo de la suerte.
Además de tener el honor de ser la milonga más antigua del mundo, se jacta de haber sido elegida por grandes del tango como Juan D’Arienzo, Carlos Di Sarli, Alberto Castillo, Roberto Florio, Jorge Casal, María Nieves, Juan Carlos Copes y Miguel Angel Soto. Dirigida por Julio Dupláa, fue el lugar elegido por Robert Duvall para filmar la película Assassination Tango. Funciona todos los viernes y es una de las más elegantes de la Ciudad.
Milongas gay. Se dice que, en sus orígenes, el tango era bailado sólo entre hombres; costumbre que se fue perdiendo con el correr del tiempo y que hoy puede verse todos los martes en Tango Queer (Perú 571) y los miércoles y sábados en La Marshall (Maipú 444). Si bien estas milongas gay friendly (en las que no se habla de hombre y mujer, sino de conductor y conducido) funcionan hace tiempo, recién ahora tienen más convocatoria: cerca de la mitad de sus visitantes son extranjeros de entre 25 y 40 años.
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(*) Nota publicada en el Diario PERFIL el sábado 10 de noviembre de 2012