México en plan small

¿Hay lugar para los chicos en un plan de vacaciones por el país del Chavo, de las telenovelas y de Frida Kahlo? Fotogalería.

Viajar con chicos nos plantea otros desafíos: momias, deportes acuáticos, carvernas y animales exóticos. Y el país azteca tampoco en eso decepciona. Foto: Diario Perfil [ Ver fotogalería ]

Por Analía Melgar (*)

Las imágenes de promoción turística de México suelen incluir alguna pareja joven, con mirada enamorada, en una playa de arena blanca y con un margarita en mano. ¿Y los chicos? ¿Hay lugar para ellos en un plan de vacaciones por el país de las telenovelas y Frida Kahlo? Por supuesto que sí. En todo el territorio hay actividades que perfectamente pueden compartir los adultos con sus hijos.

Dentro de Ciudad de México, para pasar uno o dos días enteros, el Museo del Papalote. En su inconfundible edificio de azulejos azules, del arquitecto Ricardo Legorreta, el lema es “toco, juego y aprendo”. Las propuestas permiten conocer cómo son las partes del ser humano, cómo es moverse en la oscuridad completa; tomar el rol de un científico, de un bombero; manejar una ambulancia; descubrir qué es la biodiversidad; hacer burbujas gigantes; acostarse en una cama de clavos; hacer un programa de radio o de televisión; tocar un piano gigante; ver proyecciones de la NASA y la Agencia Espacial Europea en un domo gigante de 23 metros de diámetro. En todo pueden participar y sorprenderse los adultos, a quienes también se dedican las veladas de los jueves, con programas de cena y jazz en vivo.

El Papalote queda en la Segunda Sección del Bosque de Chapultepec. Y precisamente en esta inmensa zona parquizada, uno de los clásicos es remar en bote dentro del lago que está en la Primera Sección y, luego, ir a los juegos tipo montaña rusa y/o al zoológico. Allí los animales disfrutan de una recreación de su hábitat natural, en muchos casos casi sin rejas a la vista.

Para quienes gustan de más adrenalina al estilo norteamericano –incluidas las atracciones que implican salpicarse abundantemente–, siempre en la misma zona, el parque de diversiones es Six Flags. En plena urbe, hay emociones como para que se escape el corazón; también hay otros juegos más adaptables a toda la familia, restaurantes y hasta un espectáculo de delfines y leones marinos. Y para los que prefieren la tranquilidad y la posibilidad de confundirse entre la población local, todos los domingos en el coqueto barrio de Polanco, en el Parque de los Espejos (o Parque Lincoln), un largo recorrido artificial de agua sirve para que multitudes de niños saquen a navegar sus botecitos de juguete.

Ya saliendo del Distrito Federal, en la Carretera México-Toluca, un enorme bosque de casi 1.800 hectáreas conocido como La Marquesa concentra varios atractivos entre sus coníferas añosas. Por allí es frecuente alquilar caballos para un paseo o cuatriciclos; el paisaje también se llena de colores con las familias que allí suelen ir a remontar barriletes. Para cuando aprieta el hambre, es el territorio ideal para probar, en una comida informal, toda clase de platos ligeros –como los antojitos mexicanos– hechos por la cocina casera del lugar, sin olvidar la especialidad regional: la trucha.

Dentro del Estado de México, a 43 km del DF, el hermoso pueblo de Tepotzotlán aguarda con su iglesia, sus artesanías y, para los chicos, el Parque Ecológico Xochitla, donde se puede practicar infinidad de deportes, meterse en un laberinto y hacer actividades ecológicas; entre sus hermosos jardines serpenteados por flores también vale acampar.

En auto o bus, siempre en el Estado de México, a 156 km del DF, Valle de Bravo es otro de esos pueblos encantadores que, para el espíritu aventurero de los chicos, tiene un imán irresistible. Desde sus elevaciones no sólo descienden cascadas de ensueño, sino que se lanzan parapentes que literalmente tapizan el cielo de Valle de Bravo: un lugar para seguir practicando, ¡o para el vuelo de bautismo! Asimismo, por los aires pero en globo también se puede viajar en México: varias ciudades brindan el servicio; por ejemplo, en León, Guanajuato, se realiza anualmente el Festival Internacional del Globo.

También cerca de la capital, a menos de cien km, Cuernavaca, bautizada como “la Ciudad de la Eterna Primavera”, espera, como gran parte de su Estado de Morelos, con más atractivos infantiles. Una sucursal del Papalote, muy similar a la capitalina, tiene –entre otras particularidades– una alfombra con diseños de Kandinsky y una habitación como la de Van Gogh, para que los visitantes interactúen con el arte. En Tepoztlán, Morelos, cruzan ríos donde hacer kayak, rafting o rappel sobre cascadas. Y si de combinación de agua, diversión y calorcito se trata, también en Morelos y a 120 km del DF, el parque acuático El Rollo dispone de nada menos que 15 piletas, dos de ellas con olas que permiten incluso surfear, y treinta toboganes, uno de ellos de veinte metros de altura y caídas casi verticales, que asusta sólo con su nombre: el Kamikaze.

Si el periplo por México se amplía, el país se multiplica en lugares donde entrar en contacto con la naturaleza, y sobre todo con animales. En Guadalajara, Jalisco, hay un inmenso zoológico que incluye un acuario con mantarrayas y tiburones, todo rodeado de un parque natural muy frondoso. El Estado de Oaxaca está orgulloso de la cantidad, la variedad y la exuberancia de las iguanas –negras, verdes, rojas– que allí viven y pueden verse al aire libre y en criaderos. En la playa de Mazunte, también en Oaxaca, el Centro Mexicano de la Tortuga es refugio de investigación y protección de tortugas marinas, como la gran laúd y la golfina, que va a desovar a las playas de allí. Espectáculo indescriptible es la llegada, cada otoño, de los millones de mariposas monarca al estado de Michoacán, donde además se pueden practicar divertidos deportes como la tirolesa.

El estado de Chiapas reserva en la Selva Lacandona jaguares, águilas y guacamayos, y regala un paseo inolvidable a través del estrecho y verdísimo Cañón del Sumidero, para navegar y ver pasar la casi infinita diversidad de su fauna, antes o después de practicar rafting, escalada y todos los desafíos deportivos. Otra selva, casi como el paisaje de El Señor de los Anillos, está guardada en Xilitla, San Luis Potosí.

En los destinos masivos de turismo internacional, parques acuáticos y temáticos son un paraíso para los chicos. En Acapulco, Guerrero, el parque Acapulco Mágico tiene piletas, toboganes y un espectáculo de delfines. En Quintana Roo, donde se asienta parte de la Riviera Maya, hay al menos tres parques: Wet’n Wild; Xel-Ha, acuario formado sobre lagunas naturales y ríos subterráneos, donde el snorkel es sólo el comienzo para sumergirse entre peces de colores; y el gigante Xcaret, eco-arqueológico, con un cenote en su interior, cavernas y espectáculos de música y danza.

¿Niños aún insatisfechos? México tiene mucho más para ellos: un museo de momias en Guanajuato, donde ver las transformaciones del cuerpo humano disecado debajo de la ropa, el calzado y las joyas que todavía se conservan; recorridos dentro de una mina en Zacatecas; kilómetros de misteriosas grutas bajo tierra, que de tan extensas se distribuyen bajo la superficie de no sólo un estado sino dos (Morelos y Guerrero); y todos los mitos y leyendas escondidos en las simbólicas piedras de sitios arqueológicos como Teotihuacán, Monte Albán, Tulum, Chichen Itzá y tantos más.

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(*) Nota publicada en el Diario Perfil el sábado 5 de enero de 2013

 

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