En bici por Manhattan

Una emocionante excursión de 45 km por la selva de edificios de la Gran Manzana. Fotos

Los ciclistas pedaleando por las calles de Manhattan. Foto: Brigitte Geiselhart/dpa [ Ver fotogalería ]

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Por Brigitte Geiselhart (dpa)

«Ya se lo puedo decir ahora: esto va a ser un día magnífico. Y seguramente, cuando regresen en la noche al barco, lo harán con la cara sonriente«. Willi Wall sabe de qué está hablando. Como responsable de los tours en bicicleta de la naviera, Wall ha acompañado varias veces a los turistas en estas excursiones.

Hay que bajarse del crucero y montar en bicicleta, reza la consigna este día. «Manhattan per Bike» (Manhattan en bicleta) dice el programa. ¿Qué experiencia se puede vivir en las próximas ocho horas? Una sensación espectacular, esa excursión por la selva de edificios de la Gran Manzana. Un tour «blando» de 45 kilómetros que cualquier aficionado al ciclismo puede realizar sin problemas. Con un efecto colateral agradable: se pierden los kilos de peso acumulados durante el viaje en crucero.

Después de una breve explicación técnica del vehículo deportivo, el tour comienza en el muelle 88 del río Hudson con destino a Columbus Circle y Central Park. Los excursionistas se dividen en cinco grupos de 14 participantes y dos responsables cada uno. En los senderos de sentido único que atraviesan el pulmón verde de Manhattan, los ciclistas pueden compartir plenamente el idilio de aquellas personas, de todas las generaciones, que practican el footing sudando a chorros y rodeadas de ardillas. El idilio termina abruptamente cuando el grupo se enfila hacia la siempre animada Quinta Avenida.

Con una seguridad intuitiva, Wall guía al grupo por entre incontables Yellow Cabs, los famosos taxis amarillos de Nueva York, y pesadas limusinas Lincoln, pasando de una curiosidad turística a la otra. Una pequeña pausa en el Rockefeller Center y una parada más larga en Times Square, un excelente estacionamiento para bicicletas.

Si uno cree que una excursión en bicicleta reservada en un crucero es una alternativa más barata a un tour convencional en autobús, está equivocado. Por ejemplo, la naviera Aida Cruises cobra por una excursión en bicicleta por Manhattan nada menos que 90 euros (117 dólares). «La naviera tiene que tomar en cuenta el gasto del almacenaje, el mantenimiento de las 85 bicicletas de máxima calidad que se encuentran a bordo del crucero, y por supuesto también el salario de los guías y, no en último lugar, el seguro«, explica Heiko Schliek, responsable del área de hoteles y clubes del crucero.

Hace tiempo que para los aficionados a los cruceros no es ningún secreto que un viaje cómodo y relajante en barco es perfectamente compatible con una exploración deportiva en bicicleta de países extranjeros. Y efectivamente, quien no se apura tiene que conformarse con un lugar en la lista de espera. Pero ¡cuidado con el exceso de confianza! En esas excursiones, donde muchas veces hay que subir colinas, el ciclista dominguero rápidamente llega a los límites de su capacidad.

También la naviera Tuicruises da cuenta de una creciente demanda de excursiones en bicicleta durante los cruceros en alta mar. Esos tours «les permiten a los turistas conocer el país y su gente desde muy cerca, sentados en una bicicleta. En casi cada puerto, las excursiones en bicicleta siempre forman parte de nuestras ofertas de actividades», aclara una portavoz de Tuicruises.

«¿Downhill Adventure?» (¿una aventura cuesta abajo?) No en Manhattan, sino en la isla de Maui o en Alaska los pasajeros de la Norwegian Cruise Line pueden montar bicicletas de montaña. «Estas excursiones siempre eran muy solicitadas en nuestros cruceros. No vemos allí una nueva tendencia«, dice Kevin Bubolz, director de planificación de negocios y marketing.

En los barcos de esta naviera, que opera a nivel internacional, no hay bicicletas propias, sino que las excursiones las organizan agencias contratadas en cada lugar. También para la compañía de cruceros Costa, las excursiones en tierra para diferentes grupos y los tours en bicicleta que se ofrecen en muchos puertos son una estrategia exitosa. Las ofertas van desde una visita guiada a una ciudad hasta un tour en bicicleta por un paisaje montañoso.

«Hi folks, where are you coming from?» (Hola chicos, ¿de dónde son?»). Cuando uno aprovecha la hora de almorzar, de poco más de una hora, para ir en bicicleta, con casco y pantalón de ciclista, a lo largo de Broadway, obviamente te hacen muchas preguntas pero también atraes miradas benévolas.

Después de la pausa, el programa presenta un gran desafío: el puente de Brooklyn, con sus subidas y bajadas. Parece como si el puente fuese interminable. Los ciclistas tienen que compartir el trayecto con una multitud de peatones, pero esta molestia se ve compensada por la maravillosa vista panorámica de Manhattan.

Acariciar el toro de Wall Street, admirar la Estatua de la Libertad desde el Battery Park y ver de cerca la Zona Cero, donde se encontraban las Torres Gemelas del World Trade Center destruidas en los atentados del 11 de septiembre de 2001: todo esto ofrece el programa a los pasajeros de cruceros que quieren conocer Nueva York en bicicleta.

¿Qué? ¿Ya está atardeciendo? Es difícil de creer que la excursión se acerque tan rápidamente a su fin. Los últimos diez kilómetros del tour pasan por los muelles entre personas que practican footing y otros ciclistas, y ya ha llegado el momento de volver al barco.

 

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