Cuando viajar es vintage

Dos anticuarios mexicanos recorren mercados de pulgas latinoamericanos. Dicen que es su mejor modo de hacer turismo.

La curiosidad guía los pasos del mexicano Javier Carral y del belga Dirk Kinet, protagonistas de Locos de remate. [ Ver fotogalería ]

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Es cierto que, en los últimos tiempos, la grilla de programación de los canales de cable se ha llenado de enlatados sobre coleccionistas, casas de empeño y “cazadores” de antigüedades. Pero si hay algo que distingue al mexicano Javier Carral y al belga Dirk Kinet, protagonistas de Locos de remate (desde el pasado domingo 11 a las 22, por NatGeo), es que ellos no se contentan con encontrar objetos extraños en un solo lugar, sino que se embarcan en un viaje por toda Sudamérica en busca de reliquias que luego venderán en su tienda de diseño Trouvé. “En muchos países, como México o Argentina, se está viviendo una suerte de revalorización por lo antiguo, por lo vintage. Si uno camina por el barrio de Palermo, va a ver a muchos jóvenes usando ropa de sus abuelos o comprando discos de vinilo porque es cool. Esto, además de ser una moda, tiene que ver con la calidad y los materiales que se usaban antes. Hoy, fabricar un mueble de madera no es costeable, es mucho más rentable hacerlo de plástico”, explica Dirk desde el Distrito Federal mexicano. Tan es así, que las ciudades más cosmopolitas del continente se están poblando de mercados de pulgas y ferias callejeras, como la de San Telmo y San Isidro, en Buenos Aires, o la Tristán Narvaja, en Montevideo. Y, si bien estos dos coleccionistas aseguran que los mejores lugares del mundo para comprar objetos siguen siendo París y Bélgica, sostienen que éste es un buen momento para el mercado de antigüedades en América latina: “Son épocas. Luego de la caída del Muro de Berlín, toda Europa del Este se convirtió en un baúl repleto de tesoros inimaginables”, afirma Javier.

Ambos sostienen, además, que recorrer estas ferias es una buena forma de hacer turismo: “Te permite conocer la cultura de cada país, ya que los objetos son portadores de su historia, de su idiosincrasia –explica Dirk–. Por ejemplo, si bien los vasos son coleccionables en todo el mundo, éstos pueden hablar de los gustos e intereses de una sociedad. O al ver determinado mueble, uno puede más o menos adivinar de qué país proviene por el tipo de madera utilizada”.
“En Argentina, es fácil entender que la influencia italiana fue muy importante, ya que se ven muchos carteles publicitarios de bebidas como Cinzano, fernet o motocicletas Vespa o Siambretta. Lo mismo sucede en Perú, donde gracias a la gran inmigración china y japonesa, se pueden encontrar objetos orientales que no se ven en otros lugares”, cuenta Javier.

Pero, ¿cuál es el país más conveniente para comprar antigüedades? Es difícil de decir, ya que “el precio de un objeto antiguo es siempre relativo, nunca definitivo”. Por eso, una buena recomendación para aquel viajero que quiera llenar su valija de reliquias es siempre pelear el precio. “El regateo es fundamental en este oficio y es válido en todos los mercados de pulgas del mundo,  ya que el precio no se establece mediante un desglose de costos en materia prima y mano de obra –dice Javier–.  Así, un simple y sencillo llavero del Mundial de México del ’86 puede valer unos cuantos dólares.”

Publicado por Laura Blanco para diario PERFIL.

 

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