Guayaquil, capital de las iguanas

Con playa y bien distinta de la capital del país, tiene un paisaje pintoresco, barrios modernos y un centro custodiado por los reptiles.

Se encuentra sobre el Río Guayas, 20 kilómetros antes de su desembocadura en el océano Pacífico. [ Ver fotogalería ]

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Así de distintas. Así de enfrentadas. Guayaquil aparece como lo opuesto a Quito, como si se tratara de dos mundos diferentes en un mismo país. Guayaquil es esta que está acá. Una ciudad que tiene río, puerto, malecón y un clima bien diferente al de su ciudad rival: es cálida durante casi todo el año. Roberto nació y se crió en Guayaquil, y es uno de los que habla de las oposiciones: dice que todo bien con Quito, con el hecho de que sea la capital política, pero que la capital económica es Guayaquil. Y se golpea el pecho: “El comercio pasa por acá”, afirma.

La identidad propia de la ciudad, que está a apenas cuatro metros sobre el nivel del mar, no tiene que ver sólo con la altura. Darle la cara al río Guayas implica poder disfrutar del Malecón 2000, uno de los principales atractivos para los turistas, que pueden gozar de una caminata diurna o nocturna por estos tres kilómetros de rambla, con variedades: bares, restaurantes, museos, cines, miradores y jardines.

Para que el recorrido sea cultural no hay que dejar pasar la oportunidad de probar cangrejo, en todas sus formas: comerlo en una salsa o ponerse el babero y agarrar el martillo para desarmarlo y degustarlo, acompañados de unas cervezas, tal como puede hacerse en el bar-restaurante Resaca, que promociona el menú como “festival de cangrejo”.

El recorrido por el malecón es pintoresco: allá arriba, sobre el cerro Santa Ana, las casitas de colores hacen más lindo el paisaje. Desde allí se logra una buena vista de Guayaquil, aunque demanda cierto esfuerzo llegar: 444 escalones hay que pasar para situarse en lo más alto, cerquita del faro y de la Iglesia.

Una caminata por el centro de la ciudad puede incluir la sorpresa: el Parque Seminario, ubicado justo al frente de la Catedral, es algo así como la Plaza de Mayo, pero sin palomas. Las que circulan por todos lados son las iguanas. Están en los árboles, en el monumento a Simón Bolívar y cerca de la gente, que circula por allí como si nada. Por ellas, el lugar también es conocido como Plaza de las Iguanas.

Como para conocer más acerca de la fauna, el Parque Histórico –un parque temático– es un sitio recomendable porque reúne belleza, historia, arquitectura y tradiciones. Ubicado en las afueras de la ciudad, alguna vez el puerto principal de Ecuador. Cuenta con 28 especies de animales en cautiverio y, además, es una réplica del Guayaquil antiguo: callecitas de adoquines, un carro urbano que era tirado por mulas y casas como las que existían en 1900.

Y lo mejor es que Guayaquil queda muy cerca de la playa.

Olas del pacífico. A 200 kilómetros de distancia de la capital económica, Montañita se presenta como una opción moderna para visitar el Pacífico. El camino ya es placentero: se va bordeando las aguas de ese océano, azules a lo lejos, y se pasa por otros puntos atractivos, como la comuna Valdivia o la comuna Libertador Bolívar, que invitan a hacer, más no sea, una breve parada.

El lugar reúne estética surfer, un poco de bohemia y un paisaje que promete vacaciones relajadas a la orilla del mar.

Montañita, un sitio colorido si los hay, está lleno de carritos que venden ceviche en la playa y de lugareños que pasan ofreciendo sus artesanías.

La calle principal, una cuadra sólo apta para peatones, está integrada por comercios y puestos de artesanos, y también hay restaurantes o bares que por las noches se transforman en lugares para bailar. Se trata, básicamente, de un lugar con onda y expresiones artísticas al paso: en temporada alta es común ver músicos callejeros u otro tipo de espectáculos al aire libre.

Las construcciones también remiten al estilo surfer y, de hecho, es común ver a chicos y chicas con rastas y tablas y escuchar reggae por las calles. Es lógico: allí, las olas alcanzan, a veces, los tres metros de altura. En febrero y marzo, por caso, se realizan las competencias internacionales de surf. Por todo esto –y porque muchos lo consideran un lugar paradisíaco– el turismo mochilero es furor en esta zona. Los europeos que eligen recorrer Sudamérica hacen sí o sí un alto en el viaje para pasar por Montañita.

En cuanto a la oferta hotelera, hay todo tipo de hostales. La cantidad y la calidad avanzan año a año, al igual que la cantidad de visitantes que van eligiendo visitar el lugar. Para los viajeros que quieran un sitio más tranquilo, hay hospedajes en la zona llamada La Punta, que queda al final de la playa de Montañita y se erige en una zona más relajada.

 

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