WHITE MOUNTAINS / EE.UU.

En busca de los alces, los reyes del Norte

Esos esbeltos animales de cornamenta despiertan pasiones en el Parque Estatal Jericho Mountain y en una ruta rumbo a Quebec. Fotos.

De acuerdo con el Departamento de Pesca y Caza de New Hampshire, la población de alces del estado se ha reducido en más de un 50% desde 1996, a cerca de 4.400 alces. Foto: The New York Times / PERFIL [ Ver fotogalería ]

Por Gustave Axelson (*)

Uno de estos últimos fines de semana, mis hijos Henrik y Anders, mi esposa Amy y yo viajamos desde Nueva York hacia la tierra de los alces en el norte de New Hampshire. El Festival del Alce de North Country parecía el lugar más probable para encontrar esos increíbles animales.

Mientras manejábamos al Norte y el Este, hacia los bosques perennes de White Mountains, Henrik sostenía cuatro peluches con forma de alce sobre las piernas. La expectativa aumentó al cruzarnos con señales de tránsito advirtiendo “Frene si ve un alce”.

Llegamos al Parque Estatal Jericho Mountain a mediatarde, con solamente 15 minutos para desempacar. Mientras llevaba bolsas de dormir a la cabaña de madera, otros turistas en vehículos todoterreno zumbaban de un lado a otro por todo el campamento. Jericho Mountain, con su red de caminos de tierra, es un destino principal para paseos de travesía.

A continuación, nuestro guía, Keith Roberge, se subió a un Polaris Ranger. Sonrió y le entregó cascos de seguridad azules a los chicos: “¿Listos para ver algunos alces?”. Pronto íbamos dando tumbos por un sendero rocoso, los chicos sonriendo de oreja a oreja en cada curva cerrada y chapuzón tipo montaña rusa.

De acuerdo con el Departamento de Pesca y Caza de New Hampshire, la población de alces del estado se ha reducido en más de un 50% desde 1996, a cerca de 4.400 alces. Los biólogos dicen que varios
factores están en juego, incluso brotes de garrapatas de invierno.

Mientras esperábamos el encuentro, Roberge nos entretenía con historias. Contó sobre cuando reportó sobre un alce macho con una cornamenta de un metro y medio de ancho, y de la vez en que lo atacó un novillo. Redujo la velocidad ante la cabaña de un viejo leñador.

Había una forma oscura con cuatro piernas largas. Apagó el motor y susurró, “alce”. Ella no huyó cuando bajamos de la camioneta y caminamos hasta el borde de los bosques. Henrik miró a través de sus binoculares y contuvo el aliento. Roberge nos permitió acercarnos a poco menos de treinta metros, lo que era bastante cerca para nosotros. (Los alces son más propensos a atacar cuando las vacas tienen crías, o los toros están en celo en otoño).

Pudimos ver que nuestro alce hembra batía sus largas pestañas contra los insectos que le zumbaban. Entonces, levantó la cabeza y pareció mirar a Henrik a los ojos. El la saludó con la mano, manteniendo los binoculares puestos. Roberge nos acercó a cinco alces hembra más esa noche, pero ningún macho. Así que teníamos que encontrar un alce con cuernos.

Para eso, nos llevó una hora al Norte, a la zona del Festival de Alces. Durante 23 años, las ciudades de Colebrook y Pittsburgh, en el lado este del río Connecticut, y Canaan, en el lado de Vermont, integran el famoso Callejón de los Alces –Ruta 3 desde el norte de Pittsburgh hasta la frontera con Quebec–.

Dejamos nuestras cosas en el hostal Peace of Heaven, al Este de Dixville Notch, donde los alces se revuelcan por el camino en agujeros de barro y lamen el agua salada por la salazón de la carretera del invierno anterior. Alrededor del atardecer, nos subimos a un gran transporte escolar amarillo. Nuestro conductor anunció: “Mi nombre es Paul, y vamos a ir a la caza de alces”.

Momentos más tarde, la forma oscura estaba en movimiento otra vez, trotando entre los árboles. Todos lo vimos perfectamente: la gran joroba, el hocico bulboso en alto, y dos ramas de terciopelo extendiéndose a cada lado de su cabeza. Supongo que lo que nuestro primer guía nos dijo era cierto:No importa cuántas veces veas un alce, siempre te acelerarán el corazón”.

 

(*) The New York Times / Travel. Publicado en Diario PERFIL.

 

Un comentario en “En busca de los alces, los reyes del Norte

  1. Delcarmen | 25/11/2015 | 13:00

    el pudú no es tan gorriado como éste

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