Vino, naturaleza y arte en el Burgenland austriaco

Tierra de vinos y castillos, de deporte, naturaleza y arte. En una zona con seis parques naturales y un lago nombrado Patrimonio de la Humanidad.

En esta época del año se festeja el bautismo del "vino nuevo", con degustaciones en las bodegas y vinerías. Las vides son bendecidas por 300 días de sol al año, en tanto muchos propietarios de viñedos eligen dedicarse al cultivo sustentable y biodinámico. Foto: Pixabay [ Ver fotogalería ]

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Una Austria inesperada y aún poco conocida, más allá de Mozart y Klimt, de Viena y el Wiener Schnitzel, invita a descubrirla en la región del Burgenland, tierra de vinos y castillos pero también de deporte, naturaleza y arte. En una zona con seis parques naturales y un parque transfronterizo, donde un tercio del territorio está protegido, la perla es el Neusiedl, único lago de estepa de Europa central declarado, junto con las zonas circundantes, Patrimonio Mundial por la Unesco.

De apenas dos metros de profundidad y fondo arcilloso, es el reino de surfistas y navegantes a vela, así como de los patinadores cuando se congela en invierno. Allí viven unas 300 especies de aves, de modo que se organizan auténticos «safaris» de birdwatching. Sin esfuerzo alguno, en la localidad de Rust son las propias cigüeñas las que visitan a los ciudadanos, haciendo sus nidos en las chimeneas de las casas.

«Las esperamos cada año -cuentan los residentes- y cada año hay nuevos pichones, mientras algún ejemplar anciano no consigue levantar vuelo y se queda con nosotros«. Pero en Rust, donde las viñas fueron llevadas ya por los romanos, el vino es algo serio y sobre todo un portador de riqueza y privilegios, como cuando en el 1600, gracias a numerosos libros de su Ruster Ausbruch enviados al emperador Leopoldo I, obtuvo el rango de ciudad libre.

En esta época del año se festeja el bautismo del «vino nuevo», con degustaciones en las bodegas y vinerías. Las vides son bendecidas por 300 días de sol al año, en tanto muchos propietarios de viñedos eligen dedicarse al cultivo sustentable y biodinámico. Sobresalen el tinto Blaufrankisch, conocido desde hace doce siglos, y el blanco Gruner Veltliner, así como el antiquísimo Uhudelr. Pero las verdaderas sorpresas son los vinos dulces como el Eiswein (vino de hielo, cuya uva se cosecha cuando el termómetro baja a -7 grados) o bien el Trockenbeerenauslese.

La región también es el reino de las cerezas: hay 18 tipos, cuentan los dueños de la Haus am Kellerpaltz, de las cuales 8 respetan los principios del «slow food», y a partir de las cuales se elaboran unos 40 productos distintos. Aquí se cultiva asimismo azafrán y otras especies, que se suman a una gastronomía refinada rica en productos tradicionales.

Mientras tanto en la capital, Eisenstadt -«la ciudad de hierro», como se conoce por sus muros inexpugnables- son muchas las curiosidades de historia y arte. El castillo barroco ofrece una mirada a la corte de los Esterhzy y alberga la Sala Haydn (una de las mejores del mundo por su acústica), así como el mayor museo del vino de Austria, en su subsuelo.

Los amantes de la música no se pueden perder la casa-museo de Haydn y la historia de Franz Liszt, que se formó entre los antiguos muros del castillo. Pero el arte del Burgenland no se queda en la historia, sino que es también muy contemporáneo, como en el caso del artista italiano Wander Bertoni, que tiene un mágico jardín con esculturas gigantes en Windem am See.

 

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