Tres destinos de las Antillas Mayores, una sinfonía de azules

En República Dominicana, deporte y cultura; en Cuba, pasado y presente y en Jamaica, lujo y bohemia. Tres destinos de playa que jamás defraudan.

Tres de estos países ofrecen alternativas para todos los gustos: lujo y bohemia, historia y presente, deporte y cultura. Y en ellos no faltarán jornadas de playa sobre arenas finísimas y aguas templadas. [ Ver fotogalería ]

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Por Analia Melgar (Diario PERFIL)

 

Las Antillas Mayores, bañadas por el mar Caribe y el océano Atlántico, incluyen islas de diferentes dimensiones: Cuba (110.000 km2); más pequeña, Jamaica (11.000 km2); La Española, cuyo territorio se divide entre República Dominicana y Haití, y Puerto Rico (apenas 9.100 km2). Tres de estos países ofrecen alternativas para todos
los gustos: lujo y bohemia, historia y presente, deporte y cultura. Y en ellos no faltarán jornadas de playa sobre arenas finísimas y aguas templadas.

Cuba, ese rincón del mundo colmado de apasionantes contradicciones, de ideales y dificultades, amerita un recorrido por, al menos, cinco puntos. La llegada, casi obligada, es la mítica La Habana. Caminar por su Malecón es más que un paseo vacacional: un viaje poético, donde escuchar los susurros de sus escritores, desde José Martí hasta Guillermo Cabrera Infante, pasando por Alejo Carpentier, Nicolás Guillén y la pluma enloquecida de exuberancia de José Lezama Lima. Hay que, claro está, conocer el Museo Hemingway y pasar por la Plaza Vieja, la Plaza de la Catedral y la de San Francisco de Asís, donde elegir un sencillo café o un lujoso restaurante para hacer una pausa.

Para playas cubanas, a cuál mejor: una disputa sin posibilidad de acuerdo. En Varadero, a 130 km de La Habana, a un lado y otro de la península que mide entre 700 y 1.200 m de ancho, se abren muchas opciones de hospedaje all inclusive. El descanso se combina con jornadas de buceo, golf y recorrido a través de las orquídeas y aves de la Reserva Ecológica Varahicacos. Decir que el Cayo Santa María, en el norte de Cuba, mide sólo 13 km2 y se ubica en un archipiélago llamado Jardines del Rey ya anuncia algo de su exclusiva belleza: apartado, silencioso, magnificente. En este paraíso protegido por una barrera de coral de 400 km de largo viven exóticos y elegantes animales, como los flamencos rosados.

Los turistas internacionales llegan por la carretera cubana, hasta este paraíso de las grandes cadenas hoteleras mundiales. Cayo Coco, que también pertenece al archipiélago Jardines del Rey, tiene su propio aeropuerto y un puerto desde donde zarpa una excursión en barco con piso transparente, para observar la riqueza marina multicolor. Y para completar el periplo cubano con otra dosis de urbe e historia, nada mejor que Santa Clara, donde el Mausoleo y el Museo del Che Guevara recuerdan la gesta que el argentino realizó en 1958, al tomar la ciudad durante la revolución liderada por Fidel Castro.

República Dominicana ha quedado fuertemente asociada con el destino de Punta Cana: playas, palmeras, placeres, hotelería con spa. Asimismo, en los 48.300 km2 dominicanos existen otras propuestas. Samaná es una península sobre el Atlántico que viene ganando fama gracias a playa Rincón y las ballenas jorobadas que la visitan. En Puerto Plata, además de la invitación a tomar baños de olas y sol, abundan los deportes acuáticos y la posibilidad de descubrir la Fortaleza San Felipe, en pie desde 1577, por orden de Felipe II de España. A una hora y media de la capital, Santo Domingo, el puerto La Romana es parada de muchos cruceros del Caribe y puntapié para llegar a Saona, pintoresca isla de pescadores, o Catalina, una isla casi virgen, con esplendorosa flora y fauna.

La capital de Jamaica, Kingston, fusiona historia local, colonización y dolorosos vestigios de la esclavitud negra que pobló la isla. La zona antigua contrasta con el New Kingston, donde se encuentra el Museo Bob Marley, junto a una moderna arquitectura que habla de la integración internacional de un país que no pierde su memoria: hay que pasar por Emancipation Park y detenerse a meditar frente a la escultura de Laura Facey Cooper, que homenajea al pasado africano con la pareja de un hombre y una mujer desnudos.

Por su parte, Negril es un paraíso para los amantes de la vida silvestre: en sus increíbles playas, bien servidas por hoteles medianos y pequeños, el desnivel desde los acantilados en Rick’s Cafe permite hacer clavadismo, para los que quieren la adrenalina de un vuelo antes de zambullirse. Además, quien se embarque por el río Negro podrá descubrir, entre otros animales salvajes, caimanes escondidos; todo esto antes de llegar a las frondosas cataratas YS. Las cercanías de las playas de Ocho Ríos también tienen aguas en declive: en los saltos de agua del río Dunn, antes de desembocar en el mar, la gente se baña y escala piedras contra la corriente.

Ahora bien, pese a que Jamaica invita a un turismo relajado, confortable y sin lujos excesivos, el GoldenEye Resort, en el pueblo de Oracabessa, es una alternativa contrastante. Se trata de la propiedad donde Ian Fleming, creador del personaje de James Bond, escribió todas sus novelas sobre el famoso agente. En ese entorno recóndito, hoy hay únicamente tres dormitorios (llamados, no casualmente, 007, 008 y 009), asociados a una playa privada: único y elevado, pero también accesible para quienes, sin hospedarse, desean merodear unas horas, de visita.

 

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