HAWAI / HONOLULU
Qué ver, hacer y comer en Honolulu, el corazón del paraíso
Con el único palacio real de Estados Unidos, cenas con erizo de mar y la famosa línea costera de Waikiki, la capital del archipiélago no se parece en nada a su país.
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Por Elaine Sciolino ( The New York Times / Travel)
Honolulu puede significar actividad frenética: explorar el mar con vespas eléctricas, parapente extremo, encuentros cercanos con tiburones y paseos en lanchas de motor a 65 km/h. Pero Honolulu también puede conjurar vida apacible: la fragancia de una guirnalda de orquídeas hecha a medida, el sabor de una rebanada perfecta de sashimi de atún, la elegancia de una bailarina de hula, la profundidad de los verdes y azules del mar conforme se pone el sol. Y luego está el ritmo, la sensación de que nunca nadie está demasiado apurado para dar indicaciones o tomar el pedido de la cena.
¿Quién sabía que el Palacio Iolani, que alguna vez fue casa del rey y la reina de Hawai, es el único palacio real oficial en Estados Unidos? En 1882, el rey Kalakaua y la reina Kapiolani se mudaron a su recién construida residencia oficial, erigida con un estilo único “americano florentino”. Equipada con teléfonos y electricidad incluso antes que la Casa Blanca, fue ricamente decorada con koa y otras maderas nativas. Luego del derrocamiento de la monarquía, el Palacio Iolani se convirtió en un edificio gubernamental y museo a explorar. Los recorridos guiados cuestan US$ 21,75; US$ 6 los niños de 5 a 12 años, y las visitas sin guía, US$ 14,75.
En la calle Maunakea Street, en el Barrio Chino, ancianas hilan flores a mano para hacer las guirnaldas llamadas «lei». La guirnalda de jengibre envuelto en orquídeas perfuma durante días. En Pauahi Leis & Flowers, cada lei cuesta aproximadamente US$ 20, aunque guirnaldas de orquídeas más simples salen US$ 10. En el Barrio Chino también puede encontrar puestos con exquisitas frutas de temporada (incluyendo papaya y ojo de dragón).
Todo el mundo necesita un buen sombrero para protegerse del implacable sol hawaiano. Los cómodos sombreros de paja, de ala ancha, se venden a US$ 20 en cualquier ferretería de Honolulu. Pero un sombrero Panamá hilado a mano, marca Montecristi, cuesta en Newt, dentro del Royal Hawaiian Hotel, entre US$ 525 (el clásico de ala ancha) y US$ 15 mil (el más fino, que se siente como de seda o lino). No podrá decir que estuvo en Hawai si al atardecer no realiza una caminata sobre la playa Waikiki, casi tres kilómetros de suave arena blanca. Yanagi Sushi es un sitio cómodo y sencillo para probar los clásicos rollitos de pescado crudo (ocho piezas de atún, US$ 7).
Si se siente aventurero, pruebe el erizo de mar asado, un plato favorito local que, con un precio de US$ 26, es uno de los más caros del menú. Doris Duke, la heredera tabacalera estadounidense, dijo que Shangri La, su casa en la base de Diamond Head, en el Pacífico, era un “complejo español-morisco-persaindio”. Llenó sus 1.300 m2 de fantasía islámica de Irán; cofres de madera incrustados, de Siria; cerámicas moriscas; mosaicos de India; bordados de Asia y techos pintados de Marruecos. Los recorridos guiados requieren reserva (US$ 25), y empiezan y terminan con un paseo de veinte minutos desde el Museo de Arte de Honolulu (a las 9, 10.30 y 13.30). Incluyen una visita al suntuoso y exótico Jardín Mogol, cuyo estilo sigue el de los jardines reales de la India.
La caminata descendente hacia la oculta Cala Playa Halona, también conocida como Cala Cucaracha, es empinada y rocosa. Los buzos expertos se tentarán con sumergirse frente a los acantilados volcánicos, en las aguas puras. Los nadadores menos experimentados podrán darse un baño. Como Barack Obama y Michelle, podrá cenar en Alan Wong’s la “Sopa y Sándwich”: una sopa de tomate de la Isla Grande, un sándwich de queso con foie gras y cerdo kalua, y el plato favorito del presidente: costillas cocidas dos veces con soja. Al este de la isla, en la playa Sandy Beach, verá el telón de fondo de muchas escenas y persecuciones de la serie Magnum, P.I. Serpentee al norte con dirección a Makapuu Point: debe ser uno de los mejores lugares del mundo para ver la salida del sol. Hacia el noroeste, sobre la autopista Kalanianaole, al final del parque Waimanalo Beach Park, está el Mirador Pali, para una vista hacia el lado ventoso de Oahu. El paso forma un tipo de túnel de viento natural, así que prepárese para sentir los fuertes alisios que soplan del este.