ALEMANIA / BAVIERA

Plan de viaje: conocer Múnich más allá de la Oktoberfest

Quien viaje a Alemania para visitar la Oktoberfest, sabe lo que le espera. Bonitos oasis de silencio para escapar un rato del barullo cervecero o simplemente para curar la resaca.

Desde la ladera sur de la montaña Olympia-Alm se disfruta de unas vistas panorámicas de la ciudad y los Alpes. [ Ver fotogalería ]

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Quien viaje a Múnich (Alemania) para visitar la Oktoberfest, la gran fiesta alemana de la cerveza, sabe lo que le espera. Durante la fiesta, que este año se celebra del 17 de septiembre al 3 de octubre, rige el estado de excepción: un carnaval permanente de trajes tradicionales, gente borracha las 24 horas en la calle y música ensordecedora. «Amo esta fiesta», dice Daniel Holder, de 26 años. Este muniqués de nacimiento explica cómo guía a los turistas por todos los detalles de esta locura. Sin embargo, también conoce los lugares tranquilos de la ciudad. Bonitos oasis de silencio para escapar un rato del barullo cervecero o simplemente para curar la resaca.

– El patio de la Gliptoteca: es muy poco probable que los fiesteros ebrios que visten pantalones de cuero lleguen a este lugar. El museo, situado en la plaza Königsplatz ,irradia una austeridad venerable con su arcada, y en las salas hay muchos desnudos, pero son de mármol, pálidos y muy viejos. «Al café en el patio solo van muniqueses», dice Holder.

– El palacio de Nymphenburg: «La mayoría de los visitantes solo pasean delante de la parte central del palacio, junto al canal», dice Holder. Esta parte se construyó al estilo francés con fuentes y arriates simétricos. En las partes laterales, diseñadas al estilo inglés, está bastante más tranquilo, aunque también aquí hay muchas cosas que ver, por ejemplo el pabellón Amalienburg o el invernadero Palmenhaus, que hoy es un café con un bonito jardín.

– Olympia-Alm: Los turistas en el Parque Olímpico visitan el pabellón Mundo BMW y la torre de televisión. Después, se dan la vuelta y dejan la pequeña cervecería al aire libre en manos de los conocedores del lugar, que comen bajo las sombrillas el obatzda, un queso típicamente bávaro, o costillas de cerdo mientras que pasan delante de ellos estudiantes haciendo footing. Para descansar y digerir la comida, lo mejor es tenderse en la pendiente sur de la montaña y disfrutar de una amplia vista panorámica, que va de las torres de la catedral de Nuestra Señora de Múnich hasta los Alpes.

– El cementerio Alter Südfriedhof: es cierto que hay cementerios más tranquilos pero en Múnich probablemente no hay ninguno tan interesante como éste. Cuando uno camina por las calles del cementerio, puede fácilmente leer en las lápidas los nombres de la mitad de las calles de Múnich.

– Sankt Emmeramsmühle: esta cervecería al aire libre, situada en el extremo norte del Jardín Inglés, fue en el pasado un lugar de encuentro de famosos. Holder dice que el ex tenista Boris Becker acudía con frecuencia a este lugar para tomar su cerveza.

– El Jardín de las Rosas (Rosengarten): esta rosaleda, situada junto al río Isar, está tan escondida que incluso muchos habitantes de Múnich no la conocen. Detrás de una puerta en una cerca poco llamativa se abre un pequeño jardín botánico donde se cultivan lilas, rosas y plantas ornamentales leñosas para los arriates de la ciudad. En medio del esplendor floral dormitan un par de ancianos en sillas blancas.

– Kabinettsgarten: de entre los diez patios de la antigua residencia real de Múnich, éste es probablemente el menos conocido. El Kabinettsgarten se esconde detrás de un muro de arenisca, enclavado entre la residencia y la Iglesia de Todos los Santos. Entre el césped y árboles ornamentales hay estanques poco profundos. Detrás hay una fuente situada bajo plátanos.

 

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