Vacaciones a -22°C en el norte de Suecia, solo para aventureros

El norte de Suecia no es un destino atractivo para personas friolentas. Sin embargo, quien se atreva a salir de casa con temperaturas de 22 grados bajo cero puede vivir una experiencia única en la Laponia.

Las temperaturas en el hotel iglú de Arjeplog se sitúan alrededor de los cero grados. Fotos: dpa [ Ver fotogalería ]

Ficha

Región: ,

Cuándo ir:

Ideal para: , ,

El norte de Suecia no es un destino atractivo para personas friolentas. Sin embargo, quien se atreva a salir de casa con temperaturas de 22 grados bajo cero puede vivir una experiencia única en el milagroso y extravagante mundo invernal de Laponia. Por ejemplo, pasar una noche en un hotel-iglú. Es difícil encontrar un lugar más apartado en el mundo. En una lengua de tierra al sur del círculo polar, en la Laponia del norte de Suecia, está situado Atjeplog, un poblado cubierto de nieve.

Quien salga en coche de esta diminuta localidad con sus casitas de madera puede viajar durante varios kilómetros sobre carreteras cubiertas de hielo sin encontrarse con ningún alma. El magnífico paisaje invernal es el escenario perfecto para excursiones en motonieve, recorridos en trineos de perros y pernoctaciones en un iglú. Mientras que afuera hace tanto frío que después de un par de minutos uno quisiera estar otra vez en un lugar caliente, las temperaturas en el hotel iglú de Arjeplog se sitúan alrededor de los cero grados. «Esto se debe al efecto aislante de la nieve», explica el gerente, Daniel Knab.

MIRÁ LA GALERÍA DE FOTOS

A dos horas y media en coche hacia el noreste se encuentra Jokkmokk. Esta localidad es considerada como el centro de la cultura de los sami en el norte de Suecia. Aquí, hace 400 años, este pueblo indígena del norte de Europa comenzó a comerciar pieles de reno y carne. El mercado de invierno sigue existiendo. Para los habitantes, el mercado, abierto durante tres días en febrero es el momento culminante del año. Hay una hilera de puestos con salchichas de alce y jerséis de lana.

En una de las casetas hay un letrero de neón que dice «Kaffeost», un tipo de café acompañado de trocitos de queso. El queso no tiene mucho sabor propio, sino que más bien absorbe el del café. Es como tomar café con nata montada o leche espesa. Eva Gunnare, una mujer de Estocolmo que vive desde hace casi 30 años en el norte de Suecia, consiente en su casita de madera a los grupos de turistas con tentempiés, tés y jugos elaborados a base de plantas autóctonas.

Después de una hora, uno ya no quiere volver al frío afuera ni mucho menos pasar la noche a la intemperie. Pero hay que dormir. A unos pocos metros, detrás de una puerta, se abre un mundo diferente. Hay tres yacuzzis al aire libre. Antes de acostarse sobre pieles de reno en el iglú, uno puede descongelar en la bañera los dedos de los pies y relajarse mirando las estrellas en el agua caliente, que tiene una temperatura de 40 grados. Un bálsamo.

MIRÁ LA GALERÍA DE FOTOS

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

uno + 15 =