36 horas en Cambridge, universitaria pero cool
Tiene la librería de poesía más antigua del país, obras de Picasso y Moore en el MIT y tragos que se inhalan en vez de beberse. Una experiencia intelectual, pero cool.
Entre edificios georgianos hay bares y restaurantes donde se respira tecnología. Y en una calma navegación, la Universidad de Harvard es el paisaje. Para nerds, el Museo MIT. Un viaje para confrontar con la inteligencia humana. Fotos: The New York Times/Diario PERFIL [ Ver fotogalería ]
Por Ethan Gilsdorf (The New York Times/Travel)
Fundada en 1630, la venerable ciudad universitaria de Cambridge ha sido desde hace mucho uno de los centros intelectuales de la nación. Anclada en los bancos del río Charles por la Universidad de Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachusetts, la ciudad combina su afamado pasado y su naturaleza erudita con un rico surtido de artes y cultura. Actualmente, el sello de aburguesamiento de Harvard Square y el reluciente desarrollo biotecnológico que flanquea al MIT, también conocido como “Genetown”, dificultan sintonizarse con la legendaria vibra contracultural de Cambridge de tiendas de libros usados y roqueros punk. De todas formas, los residentes de mentalidad abierta del lugar, conocidos como “cantabrigians”, siguen encontrando formas de expresar su peculiar onda geek, ya sea con protestas políticas, copiosas bicisendas o cocina y mixología impulsada por la ciencia.
DÍA 1. PASEO DE LIBROS
¿Qué mejor forma de hacer pie en Harvard Square, el epicentro comercial y espiritual de Cambridge, que degustando sus librerías independientes? Recorra el circuito de las calles Brattle, JFK, Church y Mount Auburn y se encontrará con Grolier Poetry Book Shop (la tienda exclusiva de libros de poesía que más tiempo lleva abierta ininterrumpidamente en el país); Curious George Store (para niños); Raven Used Books (literatura y textos académicos); Million Year Picnic (libros indie y tiras cómicas alternativas), y Harvard Book Store (la mejor selección general). Visite Black Ink para regalos eclécticos modernistas; Leavitt & Peirce, una tienda de tabaco de alrededor de 1883, para comprar pipas, navajas de bolsillo y juegos de ajedrez, y en un edificio llamado Garage encontrará Newbury Comics, la propia meca de medios y cultura pop de Boston.
Decenas de bares y patios yacen acomodados entre edificios georgianos y coloniales de Harvard Square. Para una bodega práctica, pruebe Shays Pub & Wine Bar, donde encontrará cerveza de barril como la Harpoon Seasonal (7 dólares), papas fritas cortadas a mano (5 dólares) y un toque de luz del sol en el patio, amigable para los perros. Red House, situado en una choza de madera de 1802 sobre la peatonal Winthrop Street, ofrece menú completo o entradas, como buñuelos de espárrago y salmón ahumado (8 dólares).
Cuando el clima es más frío, puede entrar y calentarse cerca de la chimenea. Un bocado sencillo podría ser en Mr. Bartley’s, cuyas paredes, adornadas con retratos de Ted Kennedy y artículos de los Red Sox, se parecen a un dormitorio universitario. Las hamburguesas (unos US$ 14) tienen nombres de políticos. Para una comida más elegante está Parsnip Restaurant & Lounge (pechuga de pato asado con tocino y puré de dátiles, US$ 34). Podría cerrar el primer día en Cambridge con una función nocturna del Brattle Theater (US$ 11), el legendario cine de arte local.
DÍA 2. CANOA CON VISTAS
Tome la rechinante Línea Roja del metro MBTA, que corta la ciudad de norte a sur y para en otras “plazas” como Central, Porter y Kendall, esta última casa del MIT. Puede empezar la mañana con un paseo acuático alquilando un kayak, una canoa o un surf de remo (entre US$ 15 y 24 la hora) y dirigirse hacia el río Charles, luego bajo el Puente Longfellow y río arriba hacia Harvard y más allá, con vistas a hitos de Boston como el Museo de Ciencias y la Explanada. Clover Food Lab, manejado por un científico del MIT, Ayr Muir, es un restaurante de comida rápida vegetariana superfresca, con más de una decena de sucursales en el área de Boston, incluyendo cuatro en Cambridge (una en Kendall Square).
Una segunda opción: Commonwealth Cambridge, para sándwiches de carne deshebrada de pollo y Tater Tots (US$ 13,5), cerca del Canal Broad y de un puerto para kayaks. Muchos visitantes recorren Harvard Yard. ¿Pero por qué no el MIT? Descargue una aplicación móvil o consiga un mapa público y recorra el campus, cuyos edificios se identifican por número. Los destacados incluyen al Centro Ray y Maria Stata (Edificio 32), diseñado por Frank Gehry, que rinde homenaje a las modificaciones famosas del MIT, como convertir el Gran Domo del campus en R2-D2. También está el Centro de Artes Visuales List (E15), y edificios diseñados por I.M. Pei (clase de 1940), Alvar Aalto y Eduardo Catalano.
El arte al aire libre incluye la Three-Piece Reclining Figure, estatua de bronce de Henry Moore situada en el Patio Killian, y la Figure Découpée (“Figura cortada”) de Pablo Picasso. Para estudiar el espíritu innovador de Cambridge del tipo “hágalo usted mismo”, sólo vaya al Museo MIT. Las exhibiciones incluyen las que documentan la historia de la investigación en inteligencia artificial y robots en el MIT; una extensa colección de holografía, y las surrealistas esculturas cinéticas de Arthur Ganson (una muestra una silla diminuta que da volteretas sobre un gato).
Inman Square, cerca de Central, es otro vecindario menos visitado de Cambridge, con pubs irlandeses. Pero para un viaje culinario que se siente como comer un experimento científico, vuelva a Kendall Square y entre a Café ArtScience. El ambiente es como de laboratorio, y la comida, maravillosamente delicada. El cóctel Le Whaf del cantinero convierte líquidos en vapor respirable, y los artefactos que lo crean, inventados por un profesor de ingeniería de Harvard, también están a la venta.
Un recorrido de bares por el más severo Central Square lo llevará a Middle East and Zuzu, celebrado complejo cuyos cuatro escenarios auspician presentaciones de rock indie nacional y noches de DJ. Para un encuentro con un verdadero tugurio local, meta la cabeza en el salón Cantab Lounge, que ofrece covers y concursos de poesía. O saque su patente nerd en Pandemonium Books and Games, cuyos estantes son la nave insignia de Cambridge en juegos y libros de género.
DÍA 3. TARDE DE MUSEOS
Luego de una obra de US$ 350 millones, los museos Fogg, BuschReisinger y Arthur M. Sackler, conocidos como los Museos de Arte de Harvard, fueron reestructurados en un solo techo; la espectacular colección incluye obras de casi todos los períodos de la historia del arte. Otro atractivo principal es el Museo de Historia Natural de Harvard, y el adyacente Museo de Arqueología y Etnología Peabody está lleno de tótems gigantes, moldes de estelas mayas y canoas de corteza de abedul de la tribu penobscot (el boleto de US$ 12 dólares incluye la entrada a los dos).
(*) Publicado por Diario PERFIL