Un recorrido por Tel Aviv, la ciudad trendy de Cercano Oriente
Tel Aviv es sinónimo de diversión y alegría de vivir, de un hedonismo apolítico. Hoy, son sobre todo los turistas individuales jóvenes los que se sienten atraídos por esta ciudad mediterránea.
Tel Aviv es conocida por su playa y su paseo junto al mar. [ Ver fotogalería ]
Cuando el chef Tomer Agai piensa en el Tel Aviv de poco más de diez años atrás, llega a una triste conclusión: «Solo había falafel y shawarma o restaurantes con estrellas Michelin«. Agai es el propietario del «Santa Katarina», un restaurante ubicado a un minuto de distancia del Bulevar Rothschild, la avenida más emblemática de la ciudad israelí. A pesar de ser miércoles, las calles están llenas de gente, al igual que los numerosos restaurantes. El mundo gastronómico de Tel Aviv ha cambiado. Los tiempos en que solo había comida rápida o restaurantes de alta cocina han pasado.
En el «Santa Katarina», que está muy de moda, ya no hay ninguna mesa libre en la terraza. «Todo debe ser desenfadado e informal, nada elitista y refinado«, dice Agai, un judío oriental de 42 años. De niño, Agai adoraba la comida árabe de su abuela. Los antepasados eran originarios de Siria, Egipto, Marruecos e Irak. En el pasado, Agai cocinaba en Londres y París para chefs de mucho prestigio. Después volvió a Israel y en 2014 abrió su propio restaurante. Representa el Tel Aviv cosmopolita y contribuyó a darle su sello.
Cuando se pregunta a los israelíes sobre Tel Aviv, casi todos opinan lo mismo. La ciudad no es Israel sino un país en sí, una burbuja. Tel Aviv es sinónimo de diversión y alegría de vivir, de un hedonismo apolítico. Es más probable que uno se encuentre con sus habitantes en la playa que en la sinagoga, y a la mayoría les interesan más cuestiones de la moda que la interpretación de la Torá. Es posible que esto sea exactamente el motivo por el cual Tel Aviv se ha convertido entre los europeos en una ciudad tan trendy.
Hace siete años, el 60 por ciento de todos los turistas llegaba a Tel Aviv en viajes de grupo organizados. Actualmente, solo es un 20 por ciento. La situación de seguridad en Israel es considerada como latentemente frágil, algo que ahuyenta a los clientes, muchas veces mayores, de los viajes culturales.
Sin embargo, en términos generales, el número de turistas en Tel Aviv se mantuvo bastante constante. Hoy, son sobre todo los turistas individuales jóvenes los que se sienten atraídos por esta ciudad mediterránea, la generación de quienes viajan con compañías de bajo coste, para quienes reservar un apartamento privado en Airbnb es tan normal como hacerlo en un hotel y que siempre están buscando las nuevas tiendas, cafés y bares de moda.
Tel Aviv significa en hebreo «colina de la primavera». Sin embargo, el nombre correcto es Tel Aviv-Jaffa: las dos localidades fueron creciendo juntas. Por esta razón, la ciudad prácticamente es al mismo tiempo vieja y joven. Vieja, porque Jaffa, situada más al sur, es uno de los asentamientos más antiguos de Cercano Oriente, y nueva, porque lo que hoy es Tel Aviv no fue fundado hasta en 1909.
En aquel entonces, Palestina formaba parte del Imperio Otomano. El 14 de mayo de 1948, después de dos guerras mundiales, un mandato británico y el Holocausto, David Ben-Gurion, quien llegaría a ser primer ministro, proclamó el Estado independiente de Israel. Los vecinos árabes le declararon la guerra inmediatamente.
Marwan Hashaw, de 27 años, pone los ojos en blanco cuando uno le pregunta por tu opinión sobre la alta política. Es copropietario del bar «Anna Loulou» en Jaffa, una localidad de marcado acento musulmán. Los fines de semana festejan allí, conjuntamente, judíos y árabes, heterosexuales y homosexuales, con total naturalidad. Hashaw es un cristiano palestino originario de Belén. ¿Un bar como símbolo de la convivencia pacífica entre culturas diversas? ¿Por qué no? «Nosotros le damos la bienvenida a todo el mundo. Este es nuestro único mensaje. Así debería ser en todas partes».
Sin embargo, existen desde luego líneas divisorias religiosas. La población de la parte de la ciudad que corresponde a Tel Aviv es mayoritariamente judía. La estética de esta parte de la ciudad surgió en la década de los 30, cuando arquitectos judíos que huyeron del imperio alemán construyeron un barrio de 4.000 casas al estilo Bauhaus: la ciudad blanca, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Jaffa es diferente, más típica de Cercano Oriente. Cerca del mar se alza la imponente mezquita de Muhammadiya. El casco viejo de la ciudad, con sus callejones intrincados, se parece al cliché de una medina árabe, aunque el aspecto es muy museístico.
Abajo, en el puerto de Jaffa Vieja, donde en el siglo XVIII desembarcaron los primeros peregrinos en Tierra Santa, la gente se sienta al aire libre. Al otro lado de las murallas hay mucha actividad en las calles, por ejemplo en el conocido rastro de la ciudad. En los callejones aledaños, los comercios de antigüedades árabes se mezclan con las florecientes tiendas de moda. En Jaffa hay pequeñas boutiques elegantes. En cambio, la moda convencional domina la calle Shenkin.
A veces, sin embargo, la vida fácil y alegre se ve brevemente interrumpida por el conflicto de Cercano Oriente. En 2014 fueron lanzados desde la Franja de Gaza cohetes hacia la ciudad. Cuando suena la alarma, la gente tiene 60 segundos para ponerse a salvo. En el verano de 2016, dos palestinos mataron a tiros a cuatro israelíes en el barrio de Sarona. Pocos meses después, el lugar tiene un aspecto tan inocente y alegre como si nada hubiese ocurrido.
Actualmente, muchos barrios de Tel Aviv son elegantes y limpios, y para mucha gente es demasiado caro vivir ahí. Sin embargo, la ciudad ejerce una gran atracción, precisamente porque parece estar desconectada de las preocupaciones en el resto del país. Por esto, muchos israelíes se burlan de Tel Aviv. «Ellos dicen: mientras los cohetes vuelan sobre nuestras cabezas, ustedes están comiendo sushi», cuenta Yael Schapira, quien ofrece excursiones de arte callejero. En Tel Aviv, la gente celebra la vida aunque está rodeada por el caos. Una actitud a la que no pocos turistas extranjeros tienen que acostumbrarse al principio.
LO QUE HAY QUE SABER. Los hoteles en Tel Aviv no son muy baratos. La habitación doble en un hotel céntrico de tres estrellas cuesta como mínimo 100 euros la noche. Actualmente, sin embargo, hay tantos alojamientos privados Airbnb como habitaciones de hotel. Un euro equivale a unos cuatro, un dólar a unos 3,7 shekels.