Viajamos a Arlberg, la estación de esquí más grande de Austria

Un nuevo teleférico convirtió a las localidades de St. Anton y Lech-Zürs en la estación de esquí más grande de Austria, con con 305 kilómetros de pistas.

Ficha

Región:

Ideal para:

Un nuevo teleférico convirtió a las localidades de St. Anton y Lech-Zürs en la estación de esquí más grande de Austria. Los operadores en la sierra de Arlberg creen que la enorme inversión valió la pena. Para los visitantes, hay sobre todo una cosa que cambia: todo se vuelve aún más cómodo. Todos estaban entusiasmados. «Un panorama sensacional», dijo el alcalde.

«El nuevo teleférico es un hito», dice Christoph Pfefferkorn, gerente del teleférico que comunica Lech con Oberlech. El nombre de su familia resalta en el hotel, en la boutique de ropa y en el supermercado de la elegante estación de esquí. En su calidad de alcalde de Lech, el abuelo de Pfefferkorn impulsó el turismo de invierno en la zona. Ahora, su nieto pretende asegurar el futuro de Arlberg en medio de la dura competencia entre las estaciones de esquí.

Los operadores invirtieron 45 millones de euros en cuatro nuevas góndolas, cada una con capacidad para diez personas, que forman el corazón del teleférico. Desde Alpe Rauz, cerca de la pequeña localidad de Stuben, el teleférico sube a la nueva estación de montaña, donde empalma con los dos teleféricos de la zona de Zürs.

 

 

De esta manera, Lech-Zürs y St. Anton se han fusionado para formar una nueva estación de esquí gigantesca, llamada Ski Arlberg, con 305 kilómetros de pistas la más grande de Austria. Al menos por el momento, porque otras zonas, como Wilder Kaiser y Kitzbühel, planean realizar en los próximos años fusiones aún más grandes.

«El tamaño de la estación de esquí es el principal criterio de decisión«, afirma Pfefferkorn. Así lo demuestra, por ejemplo, el estudio «Best Ski Resorts», para el que se consulta periódicamente a 50.000 esquiadores. «Cuando uno siempre se desplaza por las mismas pistas, la sensación no es muy fuerte«, explica Pfefferkorn.

No importa si los esquiadores no pueden deslizarse por toda la zona gigantesca. Lo que importa es la sensación de tener muchas opciones. «Es como los turistas que hace diez años querían todos tener una piscina en el hotel, aunque solo pocos la utilizaban efectivamente«. Un servicio de autobús llevaba a los turistas al otro lado del paso de montaña de Flexen. Entonces, ¿por qué invertir tanto dinero en un nuevo teleférico?

 

 

Lo curioso es que con los nuevos teleféricos no se haya sumado ni un kilómetro de pista nueva a la zona de esquí. De hecho, las estaciones ya estaban comunicadas entre ellas. Desde el año 1981, el forfait permite practicar el esquí en todas las pendientes de la sierra de Arlberg. «El viaje en autobús no era ningún placer», dice el alcalde de Lech, Ludwig Muxel.

Los esquiadores viajaban «apretujados» en los vehículos, que tenían que pasar por curvas cerradas y túneles donde los conductores se veían obligados a frenar bruscamente cuando venían vehículos de frente. Además, al usar el servicio de autobuses, los turistas no tenían la sensación de que las estaciones de esquí realmente formaban parte de un conjunto, explica Pfefferkorn.

Ahora se ahorran 120 viajes en autobús al día. Quizás por esto los ecologistas y la población no protestaron mucho contra la construcción del nuevo teleférico. No siempre fue así. Durante varias décadas, los planes estaban congelados. La primera solución elegida, que consistía en construir un túnel de esquí de 400 metros, fue rechazada, al igual que la construcción de un teleférico a través del valle.

 

 

En las décadas de los 80 y 90, mucha gente cuestionó la viabilidad técnica del proyecto, la seguridad y la posibilidad de financiarlo. Además, los habitantes de Lech temían perder la elegante exclusividad de su localidad y ser arrollados por masas de esquiadores.

Para demostrar la gran extensión de la nueva estación de esquí, los operadores crearon una nueva ruta, la «Run of Fame», que atraviesa toda la zona gigantesca, con un descenso de 65 kilómetros y un desnivel de 18.000 metros. Un recorrido que un buen esquiador puede cubrir en un día, asegura la oficina de turismo de St. Anton. Sin embargo, para lograrlo hay que dominar dos pistas no niveladas y no queda tiempo para hacer una pausa para comer.

La Run of Fame aún no está señalizada. «Las autoridades no quieren letreros», dice Pfefferkorn. «Las negociaciones están estancadas». En cada subida en teleférico hay que sacar del bolsillo el mapa plegable para orientarse en medio de un entramado de pistas y telesquís. Tampoco ayuda que algunos descensos desde la estación de montaña hasta el valle cambien de número hasta tres veces y mucho menos que algunos letreros que indican los números estén cubiertos de nieve.

 

 

Sin embargo, las pistas en la estación de Arlberg siempre están en buen estado y algunas incluso tienen categoría mundial. Y de todas formas lo mejor es reservar un día entero para explorar las pistas de cada una de las secciones de la zona. Zürs y Stuben son las localidades que más se benefician con la nueva red de teleféricos. Para el bonito descenso desde la montaña Trittkopf uno puede subir ahora en una de las nuevas góndolas con capacidad para diez personas cada una en vez de tener que apiñarse con decenas de otros esquiadores en una viejísima góndola.

Quien en el pasado quería descender por las magníficas pistas desde el monte Albonagrat tenía que subir tiritando en el viento en un telesilla de dos plazas que se desplazaba muy lentamente. Ahora, también esta subida se realiza en cómodas telecabinas con capacidad para diez personas cada una. En días de mayor afluencia, hasta 30.000 esquiadores se desplazan por la zona de esquí. Pese a la instalación de telesquís de alta tecnología, los operadores no quieren que esa cantidad aumente mucho más. «No queremos aquí un turismo de masas», dice Luwig Muxel.

 

DATA. Cómo llegar: En avión a Viena y desde allí tomar un tren a St. Anton. El viaje dura unas cinco horas y media. También se puede volar a Innsbruck y tomar desde allí un tren a St. Anton. El viaje dura una hora y diez minutos. (www.skiarlberg.at).

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

cinco × 3 =