Olas, té de menta y camellos: así es la increíble costa atlántica de Marruecos

Además de los amantes de los deportes acuáticos, cada vez son más los veraneantes que se entusiasman con las kilómetricas playas naturales del sur de Marruecos.

El camellero Ibrahim conduce a Yassin Said hasta las mejores olas de Essaouira. (Fotos: dpa) [ Ver fotogalería ]

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Yassin Said sale del agua algo decepcionado y deja la tabla de surf sobre la arena. El mar está demasiado tranquilo. Pero entonces se acerca Ibrahin. «Las mejores olas las encuentras allí. Si quieres yo te llevo«, dice el camellero mientras señala hacia el otro extremo de la playa. «Solo te va a costar unos pocos dírhams«. El camello se pone en marcha lentamente y Said carga con su tabla de surf. «Así de exótico es surfear en Marruecos«, dice. Poco a poco Essaouira (Marruecos) desaparece en el fondo. Tan solo se ve la imponente muralla de esta ciudad costera, tras la cual se encuentra la medina.

El casco histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2001. Las fachadas encaladas de blanco y azul evocan el pasado portugués de Esauira. Pero la llamada al rezo de los muecines recuerda a los visitantes que no se encuentran en el Algarve sino a dos horas de coche al oeste de Marrakech, en el sur de Marruecos.

En las calles huele a artículos de cuero, especias orientales, té de menta y, naturalmente, a pescado, que a menudo se prepara y sirve en un tajín en los numerosos restaurantes.

Una fortaleza portuguesa en Essaouira.

 

En los años sesenta y setenta los hippies, desertores y artistas descubrieron Esauira. Incluso Jimi Hendrix y Bob Marley vinieron aquí para relajarse. Después, Essaouira se convirtió en el paraíso de practicantes de windsurf y kitesurf. Hace ya algunos años conquistaron también la costa al norte y al sur de la ciudad.

«Los constantes vientos alisios y las agradables temperaturas que reinan durante todo el año atraen a surfistas de todo el mundo«, asegura Hafif. El marroquí gestiona en el pueblo costero de Imsouane una escuela de surf con algunos dormitorios. Calificarlos de habitaciones de hotel sería seguramente exagerado.

Casi todos los alojamientos en la playa son coloridas casitas de piedra, construidas sobre los acantilados con un estilo hippie y alcobas espartanas, aunque con pintorescas vistas sobre el océano. El que no esté surfeando disfruta de la tranquilidad mientras bebe té de menta. Por lo demás, aquí no ocurre nada.

Imsouane pertenece junto con Essaouira, Safi, Taghazoute y Sidu Kaouki a los lugares más conocidos para practicar surf y kitesurf de la costa atlántica marroquí. Aquí apenas hay puestos de playa o barcos turísticos. Pero además de los amantes de los deportes acuáticos, cada vez son más los veraneantes normales que se entusiasman con las kilómetricas playas naturales del sur de Marruecos. Sin embargo, aquí todavía no hay turismo de masas como en la cercana ciudad de Agadir.

La playa de Lalla Fatna, en el norte de Essaouira, atrae con su agua clara y su soledad. En la kilométrica playa de arena del cabo Tafelney solo nos cruzamos con pescadores locales. Cuanto más al sur se avanza, más solitaria se vuelve.

Durante el viaje uno piensa que tiene alucinaciones por los efectos del calor, pero no, ahí realmente hay cabras escalando a los árboles de argán para llegar hasta sus frutos amarillos. La pulpa está extremadamente amarga y es absolutamente incomible para las personas.

Pero al pastor de cabras Hassan sobre todo le interesan las semillas, parecidas a las del girasol, que sus cabras desechan y él vende a una de las muchas asociaciones de mujeres que elaboran aceite de argán. Este producto mundialmente conocido se emplea en la elaboración de cosméticos.

La vegetación va disminuyendo poco a poco, la cercanía del Sáhara es palpable. A partir de Sidi Ifni, una antigua plaza militar española, las playas también son cada vez más largas, solitarias y desérticas. Los españoles mantuvieron aquí una base para el comercio de esclavos y la pesca desde 1476 hasta su retirada en 1968, por lo que muchos habitantes mayores todavía hablan español.

Al norte de Sidi Ifni se encuentra el que seguramente es el paisaje costero más espectacular de todo Marruecos. En Legzira dos gigantescos arcos de roca ocupan la playa del mismo nombre, en la que a menudo tienen lugar rodajes publicitarios. Obras maestras de la naturaleza de las cuales, sin embargo, una se ha derrumbado el año pasado.

La costa atlántica de Marruecos, de 2.000 kilómetros de longitud, también ofrece más al norte algunos puntos destacados. Quien pase de largo por Agadir y Casablanca no se pierde nada, pero en el camino del sur hacia Rabat sería un error enorme no parar en Oualidia, sobre todo para los gourmets. Esta localidad costera con su preciosa laguna y popular entre los marroquíes es conocida en todo el país como uno de los mejores lugares para degustar pescado y mariscos.

Rabat, la capital de Marruecos, es uno de los lugares de la costa con frecuencia más subestimados. La mayoría de los turistas conoce Marrakech y Fez, pero la tercera ciudad imperial no suele estar incluida en el itinerario de viaje, lo cual es un error. Rabat no es tan turística como Marrakech, pero tiene más que ofrecer. El mercado del zoco es una verdadera atracción, la ciudad antigua tras la muralla de la fortaleza es un fascinante laberinto de callejuelas en azul y blanco con jardines de estilo andalusí y morisco y estupendos cafés.

Aquellos a los que la dinámica capital en el Atlántico les parezca demasiado grande deberían viajar hasta la tranquila Asilah, una de las ciudades costeras marroquíes más bonitas y que, además, pocos extranjeros visitan. Artistas locales decoraron las blancas fachadas de las casas del lindo casco antiguo con murales. La medina se encuentra situada directamente a orillas del mar y está protegida por una muralla medieval. Aquí toda la belleza de oriente se reúne con con el atronador océano.

 

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¿Cuál es la mejor época para viajar? Los veranos en Marruecos pueden ser muy calurosos, por lo que la mejor época para viajar es otoño, de septiembre a noviembre, y primavera, entre marzo y principios de junio.

¿Cómo llegar y qué trámites hay que realizar? Numerosas compañías aéreas vuelan desde Europa a Rabat, Marrakech, Casablanca y Agadir. En estas ciudades se puede alquilar un coche para continuar el viaje. Solo se necesita un pasaporte con una validez de seis meses a partir del comienzo del viaje.

 

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