Colombia explota el «narcoturismo» a 25 años de la muerte de Pablo Escobar

A la alegría de la gente y su famosa amabilidad, Medellín suma visitas a la Hacienda «Nápoles», donde el narcotraficante construyó un zoológico con fauna africana o la «Catedral», una cárcel donde el capo vivía con todo tipo de comodidades. Fotos.

MEDELLÍN. En las calles de la ciudad, Pablo Escobar es omnipresente en estampillas, tazas, camisetas, llaveros y todo tipo de souvenirs que son elaborados por comerciantes informales y ofrecidos a gran parte de los 1,9 millones de visitantes que recibió la ciudad en los últimos dos años. [ Ver fotogalería ]

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Nota publicada el 27/11/2018

Medellín está considerada como una de las ciudades más innovadoras del mundo y es la cuna de exitosos artistas, como el pintor Fernando Botero, el director de orquesta Andrés Orozco-Estrada o los cantantes Maluma y JBalvin. Pero eso no fue suficiente para que la segunda ciudad más grande de Colombia haya dejado atrás el estigma que dejó la guerra contra el narcotráfico de los años 80 y 90 y tampoco evitó que siga siendo un destino ligado a Pablo Escobar, de cuya muerte se cumplen ahora 25 años.

El emporio construido por el líder del temido cártel de Medellín dejó en la ciudad sitios que hoy día son una atracción para los turistas, en especial extranjeros, que llegan impulsados por el puñado de series de televisión, libros y películas que se hicieron de la vida de este criminal, abatido el 2 de diciembre de 1993.

El altar de la Virgen de los Sicarios.

«Los turistas han ido cambiando por épocas. Cuando salió la serie (colombiana) ‘El patrón del mal’, los que más venían eran mexicanos, argentinos, chilenos y peruanos. Después, cuando empezó ‘Narcos’, de Netflix, empezaron a venir brasileños y estadounidenses, estos últimos son los que hoy en día más van al tour”, explica Oscar Cantor, vocero de una de las agencias que ofrecen un recorrido por los lugares que Escobar marcó en la cálida ciudad.

A la alegría de la gente, su famosa amabilidad y ese acento cantado de los «paisas» se suman visitas a la Hacienda «Nápoles», donde Escobar construyó un zoológico con fauna africana o la llamada «Catedral», una cárcel donde el capo vivía con todo tipo de comodidades y que hoy es un lugar de reposo de ancianos. Los recorridos, que también incluyen la tumba del mafioso, se pueden hacer desde cuatro horas hasta seis días. El precio va desde los 50 hasta los 800 dólares.

Iván Fiuza, un brasileño que hizo el «narcotour» por Medellín, recuerda que la empresa del tour se llama «Don’t say his name» (no digas su nombre), lo que refleja perfectamente la dualidad con la que operan estas agencias: no son ilegales, pero según la administración local tampoco son éticas. «Yo contraté el recorrido desde el hostal en donde me quedé. Iban extranjeros de todas las partes. El conductor del carro era primo de (el pistolero de Escobar, Jhon Jairo Velásquez, alias) ‘Popeye’, entonces claramente tenía su propia versión de la historia y no le gustaba que le hicieran preguntas», cuenta Fiuza.

Esa visión distorsionada de la realidad sobre Escobar, al que le atribuyen miles de muertes, es lo que preocupa a la administración de la ciudad, que ya tomó algunas medidas para remediar el asunto, aunque reconoce que las agencias les llevan una buena ventaja. «Es nuestro deber, como ciudad y como sociedad, contar la historia de manera respetuosa con el dolor y con las víctimas. Tuvimos más de 46.000 muertes violentas entre 1983 y 1994, y permitimos de manera inconsciente que otros se apropiaran del relato de nuestro pasado. Así, la historia se ha contado desde el punto de vista de los victimarios», explica a dpa el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez.

Los planes de la administración incluyen crear un memorial para las víctimas en donde hoy en día se alza el edificio «Mónaco», donde vivió Escobar con su familia por varios años y una de las paradas obligatorias de los recorridos para turistas. La medida es aplaudida por Federico Arellano, hijo de una de las 107 víctimas que dejó una bomba que el capo puso en un avión de Avianca en 1989, queriendo asesinar al entonces candidato a la Presidencia Cesar Gaviria, quien finalmente no había tomado el vuelo.

Arellano, presidente de la fundación «Colombia con Memoria», critica enfáticamente este tipo de turismo, pues dice que los visitantes «vienen a conocer la vida de un personaje como si fuera un líder y esto es completamente contrario a lo que fue». Pero de forma distinta piensa Roberto Escobar, hermano de Pablo, quien desde la casa-museo que administra y donde muestra fotos familiares y objetos de «El Patrón» a los turistas, critica que “series de televisión si pueden presentar la historia” mientras que personas como él son tildadas de decir mentiras.

En las calles de la ciudad, Pablo Escobar es omnipresente en estampillas, tazas, camisetas, llaveros y todo tipo de souvenirs que son elaborados por comerciantes informales y ofrecidos a gran parte de los 1,9 millones de visitantes que recibió la ciudad en los últimos dos años. Eso si, no todos impulsados por conocer la historia del narco. «Yo vivo de vender artículos de Pablo, tengo el negocio hace dos años y me va muy bien. Son recuerdos que se llevan después de su visita», cuenta orgullosa Yamile Zapata, propietaria de la que dice es la «tienda oficial de Escobar«.

Reabrió el museo dedicado a Escobar

El museo dedicado al narcotraficante en Medellín volvió a entrar en funcionamiento tras más de un mes de haber estado sellado por falta de autorización «Hoy está abierto, hemos cumplido con todos los requisitos de la ley, con todo lo que han pedido. Incluso, hasta más documentos de los que ellos exigen los tenemos nosotros», afirmó a Blu Radio el hermano del reconocido capo del narcotráfico, Roberto Escobar, alias «Osito».

«Osito», administrador del museo, confirmó que a pocos días de ser clausurado el lugar dedicado quien fue el jefe del cartel de Medellín, las autoridades regresaron y «vieron que todo estaba en regla, entonces abrieron». La reapertura del lugar despertó diversas opiniones en los colombianos: algunos apoyan que el lugar funcione porque creen que sirve para dar un mensaje de que es algo que quedó en el pasado, pero otros creen que es hacer apología a una época de guerra dolorosa.

El museo fue cerrado por las autoridades el 20 de septiembre por no contar con permiso de la municipalidad, según indicó en ese entonces el secretario de Seguridad y Convivencia de Medellín, Andrés Tobón. El funcionario dijo en septiembre que el museo, además de los permisos, era clausurado por estar dedicado a «uno de los bandidos más tristes, de los que más daño le ha hecho a Medellín».

En el sitio se exhiben diversos objetos que pertenecieron a Pablo Escobar, considerado como el principal traficante de cocaína del mundo en los años 80 y 90. Según el diario «El Tiempo», visitantes del lugar dijeron que un guía que personifica al otrora jefe del cartel de Medellín dirige los recorridos de los turistas y les explica el origen de cada objeto expuesto. Las visitas de los turistas concluyen con una charla con Roberto Escobar, quien también formó parte del cartel de Medellín.

 

D.S.

 

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