Argentinos inventaron un radar láser para mejorar la seguridad de vuelos entre ceniza volcánica

El proyecto Aerolidar, que puede medir la distribución y presencia de cenizas volcánicas en la atmósfera en tiempo real y promete revolucionar la industria aerocomercial, recibió el Premio Reconocimiento al Mejor Aporte al Desarrollo del País.

Aerolidar es el proyecto desarrollado por el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (Citedef) y encabezado por Ezequiel Pawelko, ingeniero en Telecomunicaciones, y Nadia Barreiro, licenciada en Ciencias Físicas. Foto: Instituto Balseiro [ Ver fotogalería ]

Ficha

(01/03/2019) Cientos de pasajeros varados, averías en aeronaves, aeropuertos clausurados, aviones desviados, peligro de vida de las personas en vuelo. Los riesgos y pérdidas económicas que provocan las cenizas volcánicas son incalculables y, hasta ahora, imposibles de sortear, pero la tecnología puesta al servicio de la seguridad aeronáutica ofrece ahora una nueva esperanza gracias al ingenio y el talento argentino.

Aerolidar es el proyecto desarrollado por el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (Citedef) y encabezado por Ezequiel Pawelko, ingeniero en Telecomunicaciones, y Nadia Barreiro, licenciada en Ciencias Físicas. Se trata de un microrradar láser de alta velocidad (Lidar) que por primera vez puede medir la distribución y presencia de cenizas volcánicas en la atmósfera en tiempo real y que promete revolucionar la industria aerocomercial y militar no solo a nivel local sino mundial.

Único en el mundo, el invento recibió el Premio Reconocimiento al Mejor Aporte al Desarrollo del País y podría revolucionar la industria aérea mundial, permitiendo a aeropuertos y aviones detectar rutas seguras y evitando el cierre de los espacios aéreos en caso de actividad volcánica. «Los aeropuertos y aviones, que son asistidos por diferentes instrumentos como radares electromagnéticos y meteorológicos, pueden detectar nubes, vapor de agua, hielo, polvo, hacer frente a tormentas eléctricas, pero no tienen ninguna herramienta puntual para detectar las cenizas volcánicas porque las partículas son muy pequeñas», explicó Pawelko.

Cuando en 2011 entró en erupción el volcán Puyehue y dejó fuera de servicio al aeropuerto internacional de Bariloche, el equipo instaló un prototipo en el lugar y permitió por primera vez en la historia reiniciar las operaciones de un aeropuerto pese a estas condiciones por permitir identificar la altura y densidad de la ceniza en el espacio aéreo. El hito fue incorporado al reporte Metar del Servicio Meteorológico Internacional, que fijó un precedente y que permitió al equipo continuar con las investigaciones y desarrollo con apoyo gubernamental. Esto les permitió crear un lidar multiespectral, de mayor potencial.

El proyecto Aerolidar recibió el Premio Reconocimiento al Mejor Aporte al Desarrollo del País en el certamen tecnológico IB50K que entregan el prestigioso Instituto Balseiro y la Comisión Nacional de Energía Atómica. 


En 2015, con la erupción del volcán Calbuco -en la cordillera de Chile- el aeropuerto de Bariloche pudo mantener un alto porcentaje de operaciones, evitando la clausura, a pesar de la cercanía. «Este hecho no pasó desapercibido internacionalmente, ya que afectó a aeropuertos tanto de Latinoamérica como de otras regiones del mundo. Por ejemplo, en Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica se tuvo que cerrar el espacio aéreo en los aeropuertos durante un tiempo prolongado por la presencia de cenizas de este volcán», dijo Pawelko citado por Sputnik.

Este trabajo científico les permitió que el Ministerio de Defensa argentino les financie el desarrollo de un prototipo más pequeño que pudiera ser incorporado a bordo de aviones, una gran innovación operativa porque permitiría dar autonomía y seguridad a las aeronaves sin depender de las mediciones que se realicen en tierra. Entre los riesgos para un avión de las cenizas volcánicas, Pawelko enumeró la pérdida de visibilidad debido a que vuelven opacos los parabrisas; que el instrumental puede fallar por culpa de la estática que contienen y además pueden causar serios daños en el fuselaje, alas y motores, que pueden ser rotos por las partículas como consecuencia de las altas temperaturas.

“El conocimiento que acumulamos sobre detección de ceniza volcánica a partir de nuestros desarrollos y de las mediciones sobre tres erupciones, que fueron presentadas en varios congresos, nos posiciona de manera estratégica”, dijo el investigador de CITEDEF, quien estima que se trataría de un mercado potencial de unas 44.000 unidades para los próximos 20 años a un costo de medio millón de dólares cada una. Además, hay 17.000 aeropuertos que podrían usar una variante terrestre de este desarrollo. Con respecto a la protección comercial del producto, Pawelko dijo a TTS: «En este momento hay muchos detalles técnicos que son reservados. Está todo escrito para proteger la propiedad intelectual pero en realidad lo único que sirve es asociarse con una empresa grande que pueda protegerte».

D.S.

 

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