5 restaurantes de hoteles de visita imprescindible
Por Flavia Tomaello | Aquello de alojarse pasó a quedar pequeño al lado de las innumerables alternativas que los hoteles ofrecen a los viajeros hoy. La restauración elegante, cuidada, consciente y vanguardista es una de las propuestas más tentadoras que ofrecen a locales y visitantes.
El Don Carlos, el restaurante, rinde homenaje al maestro Giuseppe Verdi que permaneció en el Grand Hotel et de Milan por más de veinte años y que, además, escribió en sus mesas algunas de sus piezas más célebres. FOTO: FT [ Ver fotogalería ]
(Publicado el 21 de noviembre de 2019)
Aquello de alojarse pasó a quedar pequeño al lado de las innumerables alternativas que los hoteles ofrecen a los viajeros hoy. La restauración elegante, cuidada, consciente y vanguardista es una de las propuestas más tentadoras que ofrecen a locales y visitantes. Aquí 5 imperdibles para elegir de aquí y de allá.
1. Temple Court, The Beekman Hotel (Nueva York)
El diálogo con la historia, el diseño, el barrio, la arquitectura y refugio de palabras… la conversación puede darse cuando se conjuga sintonía. Eso ocurre en The Beekman, en lo mejor del new downtown del bajo Manhattan y entre los ríos East y Hudson de Nueva York. La herencia del hotel está arraigada con los íconos culturales más influyentes de la historia. Es aquí donde Edgar Allan Poe escribe el artículo que publica The Broadway Journal.
El restaurante Temple Court, bajo la batuta de Tom Colichhio, irradia una estética clásica, los icónicos ladrillos rojos quedan expuestos y los conductos se abren arriba. Los muebles están compuestos por banquetas de cuero gris y tapicería de terciopelo de mohair, junto con sillas de madera teñida de oscuro con tapicería de cuero de color burdeos y detalles antiguos de clavos de metal. Como contraste con este aspecto industrial, los visitantes del restaurante se sentirán atraídos por las vidrieras multicolores en un mosaico abstracto de cuadrados verdes, rojos, azules, morados y amarillos.
2. Mee, Belmond Copacabana Palace (Río de Janeiro)
Asia es el continente que se encuentra emergiendo en las tendencias culinarias en su conjunto. Más allá de las exploraciones que impusieron la moda desde hace años como el sushi, el sake o las sopas tailandesas, el real descubrimiento está sucediendo. Los cocineros de todos los destinos se animan a explorar los rincones de las tradiciones de esa región. De allí surge la tendencia culinaria más novedosa: la panasiática. Se trata del el sabor de una zona, no de un país en particular. Por momentos se trata de Indonesia, en otro plato se viaja a Tailandia, luego a Singapur y hasta se escabulle hasta China.
Esa vanguardia integrada se traslada a las capitales cosmopolitas del mundo, transformándose en una vanguardia de la gastronomía étnica. Pero nada queda en ese sintético resumen: está Camboya, Vietnam, Japón, Filipinas, Malasia… es tan variado, rico, profundo e interminable que resulta un desafío para quien lo enfrenta. Eso es Mee: el primer restaurante panasiático de lujo de Río de Janeiro en el Belmond Copacabana Palace que, además, exhibe con orgullo su primera estrella Michelin. su nombre, con la ortografía fonética de un nombre femenino que significa ‘belleza’ en coreano, el restaurante de 92 cubiertos está ubicado junto a la icónica piscina del hotel.
3. Parker ‘s Tavern, Univeristy Arms (Cambridge)
Tristan Welch se abrió camino en los mejores restaurantes de Londres y París, incluidos Le Gavroche y L’Arpège. Es director de chef en Parker ‘s Tavern, una brasserie británica por excelencia que se reabre en el rediseñado hotel University Arms de Cambridge, luego de una remodelación de casi dos años del hotel de 192 habitaciones, que costó más de £ 80 millones.
Parker’s Tavern sirve un menú con productos locales en su restaurante de 110 cubiertos y en el bar de 61 plazas. Welch ha diseñado cada plato para que sea una «re-imaginación de un clásico británico», con alternativas como el cochinillo con setas silvestres; frutas de mar de Norfolk; y ternera con habas de menta. Welch recientemente se asoció con el chef Alex Rushmer para dirigir «Rubbish Cooks» en Cambridge, utilizando productos que de otra manera se tirarían.
No se trata de solo el menú, que recorre dos clásicos británicos. Es la atención al detalle. La salsa de carne con papas fritas ha sido cuidada posiblemente por días. Se introdujeron cortes de carne de gran tamaño y ahora sólo quedan fragmentos con un esbozo de picor, hay una codorniz entera con una marinada tandoori carmesí. De las costas más cercanas llega un pastel de pescado impecable. La cocina de Welch tiene exuberantes y brillantes emulsiones de mantequilla.
Parker’s Tavern se siente como el restaurante de un chef que ha aprendido a relajarse para canalizar toda la habilidad, técnica y buen gusto. Con historia y presente. Eso es lo que fomenta en sus platos: un regreso permanente a las fuentes. «Fui muy bendecido al crecer, ya que mi familia cultivaba frutas y verduras. Mi comida por entonces ea increíblemente estacional y creo que esta fue una de las cosas que me inspiraron a ser chef. A principios de primavera teníamos espárragos; en verano, habas, guisantes y en otoño, brócoli y manzanas.
4. Don Carlos, Grand Hotel et de Milan (Milán)
El Don Carlos, rinde homenaje al maestro que permaneció en el Grand Hotel et de Milan por más de veinte años. En un marco íntimo y refinado, recreado por pinturas, bocetos y escenografías procedentes del museo del Teatro alla Scala, propone una cocina italiana a la luz de los antiguos candiles de plata.
El arte, el diseño y las celebridades se han cruzado en sus interiores desde el mismo momento de su apertura. Situado en el corazón de la ciudad, a pocos pasos del barrio financiero, del Teatro de la Scala, del Cuadrilátero de la moda y del la catedral de Milán, el Grand Hotel et de Milan con sus bares y restaurantes enclaves gourmets de la ciudad, se ha convertido en el centro de la vida cultural de la ciudad.
El Don Carlos, el restaurante, rinde homenaje al maestro Giuseppe Verdi que permaneció en el Grand Hotel et de Milan por más de veinte años y que, además, escribió en sus mesas algunas de sus piezas más célebres. Es de allí de donde el restaurante toma su nombre. En un marco íntimo y refinado, recreado por pinturas, bocetos y escenografías procedentes del museo del Teatro alla Scala, el Don Carlos propone una cocina italiana a la luz de los antiguos candiles de plata. El menú interpreta con originalidad y gran finura platos sencillos de fuerte impronta y sabor mediterráneos. Una cocina tradicional que respeta las temporadas de cada ingrediente, es de los más exclusivos polos gastronómicos de Milán. Permanece abierto a diario para cenar e, incluso, tarde en la noche, para recibir a los concurrentes a La Scala post función.
5. Arbequina, Palacio Ballío (Córdoba, España)
El Palacio Ballío es una piedra preciosa resguardada en una recoleta calle de Córdoba, España, donde una pequeña curva le permite abrir su entrada. Desde afuera se sugiere la calma, las ganas de entrar. Una vez allí, la sorpresa infinita. El restaurante principal del hotel se sitúa sobre los vestigios de una antigua casa romana que puede contemplar a través del suelo de cristal. El chef Javi Moreno, junto con su equipo, plantean su visión sobre la cocina actual desde una perspectiva que busca generar sorpresa y emocionar al comensal con cada presentación y con cada bocado.
En Arbequina se diseñaron dos propuestas diferenciadas de cocina. Por un lado, una carta más tradicional, con diferentes versiones de los platos de la cocina cordobesa: salmorejo cordobés con tostas de ibérico y polvo helado de tomates, burrata con texturas de tomate y albahaca, ravioli de rabo de toro, crema fina de patata violeta y chips de zanahoria con un toque picante de chile tai, arroz de pulpo, napado de su propio jugo con katsoubusi o postres como la tarta de queso, con frutos del bosque estofados y helado de yuzu.
Siga a la autora en su blog https://flaviatomaello.blog/ y en nstagram @flavia.tomaello