Rosario desde el agua

El crecimiento del parque náutico rosarino permite disfrutar una nueva faceta de la ciudad. Cómo llegar navegando. Clubes y servicios.

El río Paraná tiene sus encantos, y hacer una travesía náutica a San Pedro, San Nicolás o Rosario es una aventura posible, que permite disfrutar intensamente la vida náutica. [ Ver fotogalería ]

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Por Francisco Savino y Patricio Roca para revista Weekend.

El río Paraná tiene sus encantos, y hacer una travesía náutica a San Pedro, San Nicolás o Rosario es una aventura posible, que permite disfrutar intensamente la vida náutica. Por otra parte, el hecho de avanzar dentro de un río grande, poderoso y que merece el mayor de los respetos, tiene un margen de seguridad mayor que un derrotero en aguas abiertas, especialmente si se hace en embarcaciones de menor porte, inclusive en lancha.

A continuación mencionaremos cómo planificar un viaje a Rosario, una ciudad que se convirtió en el segundo polo náutico del país, con grandes atractivos turísticos y una infraestructura de primer nivel. La distancia Buenos Aires-Rosario es la misma que hay a Punta del Este, con la diferencia que se trata de aguas interiores.

La derrota base corresponde a dos experiencias realizadas por el autor de la nota en sendos viajes hasta Asunción del Paraguay y hasta las Cataratas del Iguazú; uno hasta Victoria, Entre Ríos; y tres hasta la ciudad de Paraná. En todos, la escala obligada fue
Rosario. En aquel momento se utilizaron barcos de distinto tamaño, pero esta propuesta trata de centrarse en las posibilidades de lanchas cuddy y day cruisier. Si bien con algo más chico la travesía también puede hacerse, habrá que resolver el hecho de poseer un habitáculo para dormir, o cocinar con cierta comodidad.

Toda navegación, sea el destino que sea, hay que hacerla tranquilo, llevando los elementos necesarios, aún algunos que pueden parecer supérfluos a primera vista, pero que saben sacarnos de algún problema. Lo que se necesita y no se lleva, tal vez no se pueda conseguir en ningún lado.

En cuanto al consumo de combustible, no todas las embarcaciones consumen lo mismo y, además, depende del viento, el estado del río, la corriente y el modo de manejar el acelerador de cada patrón. No hay que olvidarse que el viaje de ida se hace corriente arriba, lo que incrementa el consumo. El punto de partida es saber lo más exacto posible cuánto consume nuestra embarcación por hora.

Como probablemente haya que llevar bidones, y en algunos casos se presentará la necesidad de trasvasar su contenido al tanque, habrá que elegir aguas tranquilas para realizar la maniobra, cuidando de no derramar combustible en la embarcación. Improvisar un embudo con una botella de plástico es un error: el material con que están hechas se descompone con la nafta. Hay que tener un embudo adecuado, una manguera o los bidones especialmente preparados para esa tarea con el correspondiente pico vertedor. Prefectura está controlando que los elementos para almacenar combustible sean los aprobados.

Otro tema no menor es el seguro. El servicio de remolque tiene zonas de cobertura, pero de ninguna manera a lo largo de todo el río. Hay que asesorarse detalladamente. El VHF es un elemento de vital importancia, y si bien existe cobertura de teléfono en casi toda la ruta, no siempre se cuenta con amigos a los que llamar en los distintos pueblos del derrotero. Por eso, la radio es un enlace fundamental con los puestos de
Prefectura, que sí tiene cobertura en todo el trayecto. Cada vez que se ingresa al control de un determinado destacamento hay que informar de nuestra presencia. De esa forma, Prefectura nos tendrá monitoreados e informará de las novedades que pueda haber en el trayecto. En el mismo sentido, corresponde avisar cuando se sale del radio de acción.

Señalamiento. Si bien en esta zona del Paraná inferior hay por lo general mucha profundidad, aguas arriba es distinto, por eso hay que respetar el boyado, dejando las boyas/balizas rojas a estribor y las verdes a babor. Las de color blanco, que no responden al sistema IALA, operan como puntos de referencia para los barcos de gran porte. Como las boyas pueden cambiar, faltar o estar apagadas, hay que evitar navegar de noche, lo que no quita que antes de salir convenga consultar los avisos a los navegantes.

Referente a las reglas de paso a cumplir, todo barco de porte tiene derecho de paso sobre cualquier embarcación deportiva, y si por algún motivo se debe fondear hay que hacerlo en zonas de baja profundidad, alejado del canal. En caso de que se vaya a pasar largo tiempo en esa posición por algún desperfecto, o para pernoctar, conviene informar a la Prefectura la posición y el motivo.

El Paraná puede tornarse bastante difícil con viento. El río muy picado no sólo complica la navegación, sino que incrementa significativamente el consumo de combustible. Lo más conveniente en esos casos es buscar reparo en algún brazo menor o aprovechar los recodos del río que la arboleda protege del viento. No conviene navegar con mal tiempo.

Hombre precavido. A bordo hay que tener siempre comida, agua potable y ropa de abrigo (descontamos, obvio, los elementos de seguridad reglamentarios en perfecto estado de uso), ya que aun cuando se haya planificado meticulosamente comer en tierra en todos los casos, no siempre podrá cumplirse con lo pautado. A veces la ayuda puede demorar tiempo y hay que pasar la noche fondeado sin ningún tipo de apoyo o con mal tiempo.

Un párrafo aparte merece mencionar que si alguien salta al agua para efectuar una reparación o por placer, a bordo siempre debe quedar una persona. Antes de hacerse al agua habrá que dejar habilitado un modo de acceso fácil a la embarcación, y soltar siempre un salvavidas con un cabo flotante largo a popa, por cualquier eventualidad.

En cuanto a los lugares donde amarrar para pasar la noche, comer o buscar reparo, hay instituciones en Zárate, Campana, San Pedro, Ramallo y Rosario. Sin embargo, salvo una emergencia, antes de acceder lo indicado es solicitar previamente el permiso correspondiente a los clubes de la zona o a la Prefectura, sobre todo por si uno amarra en algún muelle donde se estén llevando a cabo operaciones comerciales.

Cómo creció el parque náutico. Esa fue la primera impresión al recorrer guarderías y clubes sobre la costa del río Paraná, ya en Rosario. Conozco esta ciudad desde hace una docena de años y quedé pasmado de ver cómo se ha sumado una grandísima cantidad de embarcaciones de todo tipo, y el río se ha abierto a locales y visitantes.

La costa que baña el oriente de la ciudad más populosa de la provincia de Santa Fe fue, durante décadas, puro terreno de dos enormes empresas transportistas: el ferrocarril y el puerto. Ambas resultaron el principal factor de crecimiento de esta urbe que hasta procuró competir con Buenos Aires por el comercio exterior de los productos agropecuarios.

Cuando el puerto dejó de operar y los trenes fueron privatizados, galpones, playas y los clásicos chalés de techos de tejas a dos aguas se convirtieron en centros culturales, restaurantes, salas de arte y espacios abiertos al público, que transformaron kilómetros de orilla ribereña en costanera con clubes de pesca bajo la alta barranca a los que se accede por escaleras y ascensores.Sorprende la gran cantidad de personas que festonean el Paraná en bicicleta, caminando, corriendo, haciendo ejercicios o, simplemente, contemplando el gran río, que también se hizo accesible a los que querían conocerlo en sus entrañas.

Para entender mejor este fenómeno conversamos con Jorge Pinilla y Diego Acevedo, presidente y secretario, respectivamente, de la Cámara Náutica Región Rosario. A quienes se sumó la sangre joven de Ricardo Sabatini (destacado skipper, gerente de la guardería Botar, e instructor de patrón y timonel de yate en el Club Regatas) y del broker Leo Martínez, protesorero de la cámara. Ante el gran crecimiento del número de embarcaciones, la cámara pretende ordenar la actividad construyendo puentes de diálogo entre las partes: desde el nauta hasta el vendedor pasando por el mecánico, las guarderías, los clubes y los organismos estatales. No es su objeto regular ni formar precios, sino ayudar a que la actividad siga creciendo en Rosario, solucionando los problemas de sus actores y dinamizando la actividad.

Casos concretos. ¿De qué vale que se vendan más lanchas si –según cuentan– casi no se consiguen lugares en las alrededor de 30 guarderías y clubes? ¿De qué sirve vender más motores, si no se hay espacios para que trabajen los mecánicos? De esto se ocupa, entonces, la cámara: buscando que se agilice el mercado con nuevas guarderías, galpones para reparación y vendedores capacitados.

Consultados sobre cómo acompaña este avance náutico desde la otra margen del Paraná, la de las islas, contaron que, hacia 1998, funcionaban 19 lanchas colectivas de pasajeros y había muchos emprendimientos que ofrecían alojamiento, comidas y recreación. La crisis de 2001 obligó a cerrar la gran mayoría de estos servicios. Sin embargo, hacia 2006 el mundo náutico rosarino comenzó a crecer, pero no así el soporte isleño.

Ocurre que este magnífico delta cuenta con problemas naturales (en pocos años, la máxima altura del río puede fluctuar más de cinco metros, y la costa este se desmorona constantemente). A ello se suma la falta de energía eléctrica que se decía que una vez que comenzara a funcionar la estación de peaje del puente Nuestra Señora del Rosario se aprovecharía para bajar el tendido de cables, pero hasta ahora nada se hizo.

Practicantes. Recorriendo las guarderías, la costa y los clubes náuticos descubrimos que navegan todo tipo de embarcaciones: desde lujosos yates en el Yacht Club o en Casamarras (pequeño condominio privado con una dársena para dejar los barcos, único en su estilo en la ciudad) hasta lanchas chicas, truckers, botes, kayaks y piraguas, que no usan motores mayores a 40 HP y que, de acuerdo con la cámara, constituyen el 80% del mercado. Sus propietarios suelen ser gente de trabajo que con $20.000 compró una pequeña embarcación usada, y que no paga más de $400 en una guardería sencilla.

La clave es una sola: en cualquier lugar de Rosario en donde uno viva, no está a más de 20 minutos del Paraná. Por lo tanto, muchas personas salen del trabajo al mediodía, van a la guardería, cruzan hasta alguno de los hermosos bancos de arena o costas agrestes ubicados en las islas, disfrutan el sol y el agua, y a las cinco de la tarde están otra vez en sus labores.

Durante ocho fines de semana, en promedio, se moviliza un 60% del parque náutico rosarino. Algunos paradores funcionan todo el año, y otros los fines de semana o durante el verano. Son, generalmente, de isleños que aprovechan terrenos propios para brindar algunos servicios. Luego de décadas de mirar hacia el campo, y curiosamente, en muchos sentidos, gracias a las ganancias que genera el campo, Rosario puso sus ojos sobre el río que ha dejado de ser solo una cinta transportadora para convertirse en un lugar accesible, abierto, con aire puro y espacios para la práctica deportiva y recreativa de la náutica y sus aledaños: pesca, remo, motonáutica, vela, natación, windsurf, canotaje, jet sky, moto de agua, wakeboard y kitesurfing. Incluso ya es más que una actividad de lugareños, pues se abren nuevos servicios a los visitantes, desde guías de pesca en todas las modalidades hasta paseos en lancha o kayak. Y, lo que es mejor, no se conoce el techo.

 

3 Comentarios en “Rosario desde el agua

  1. BETARIZ VIEYRA | 16/01/2012 | 13:02

    Gracias por publicar este artìculo de Rosario, estoy orgullosa de mi ciudad que crece a sostenido ritmo,desde hace varios años es un balcòn al rìo,se disfruta el Paranà, uno de los rìos màs anchos del mundo, a pleno, toda la costa, La Florida,los clubes Nàutico Sportivo Avellaneda,Bancario, Rosario Central,Rowing, Club de Velas, en fin muchos y se trabaja diariamente para mejorar.Y los nuevos emprendimientos de torres al rìo.(y la futura guarderìa a pie de ellas)Es ciudad turistica
    hoy:Buenos Aires, Còrdoba,extranjeros,y hasta un crucero alemàn hace dos semanas.El ofrecimiento de hotelerìa y gastronomìa està a full.Vengan a disfrutarla,con embarcaciones o con cualquier otro medio.Gracias, Beatriz

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