RELATO DE UN VIAJERO

Aventuras en África: una pasión soñada

Un médico cordobés escribe mientras escala montañas y vive con tribus africanas. Y asegura que nada de todo eso es tan difícil. Fotos

Lanvers subiendo al monte Meru, en Tanzania. Atrás, el mítico Kilimanjaro que dio título a la novela de Ernest Hemingway. [ Ver fotogalería ]

Ficha

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Por Lorena López (*)
Fotos: Hernán Lanvers
Nota publicada en la Revista WEEKEND en Abril de 2012

Tiene 48 años, es cordobés y médico cirujano. Viajó diez veces al África y piensa volver lo antes posible. Escaló el mítico monte Kilimanjaro y el Kenia, que son los más altos de ese continente; el Kinabalu, en Malasia, y el Toubkal, el más alto del Desierto del Sahara. El último fue el Monte Meru, en Tanzania, hace ocho meses y con un detalle particular: lo escaló junto a un guardia armado con un rifle para  protegerse de los posibles ataques de búfalos o de leopardos.

Su nombre es Hernán Lanvers y saltó a la fama del mundo editorial en 2008 cuando publicó un libro de aventuras ambientado, claro, en África. Considera un elogio que lo comparen con el escritor sudafricano Wilbur Smith, y a mitad de este año publicará su tercer libro con más historias donde no faltan el romance, la sangre y el coraje.

Lanvers dice que su pasión por este continente le viene desde que era muy chico y leía novelas en las cuales sus héroes realizaban hazañas increíbles en lugares de nombres tan mágicos e inalcanzables como Kalahari, Kenia, Sahara y Zanzíbar. A esto se sumó que durante la adolescencia su padre, también médico, le habló de África. Y parece que ahí ya estaba marcado el destino: “Yo crecí en medio de la desesperación. Crecí acompañado de lo que, para mí, fue siempre una necesidad, una pasión, una furia: viajar. ¿A dónde? Por todo el mundo”, cuenta de un tirón con tono apasionado.

Weekend: ¿Cuándo y cómo se decidió a hacer esos viajes soñados?

Hernán Lanvers: Cuando pasaron los años y pude ganar un poco de dinero. Y descubrí algo extraño: que esos lugares estaban más cerca de lo que pensaba, incluso para una persona  común, como yo. Así fue como recorrí el desierto del Kalahari aprendiendo a cazar con los bosquimanos, escalé el Monte Kilimanjaro con sus nieves eternas, pesqué con red con los nativos de la isla de Zanzíbar y en el puerto de Mombasa. Y descubrí que no era tan difícil, que lo podía hacer cualquiera, sin necesidad de ser una persona rica, ni de tener destrezas físicas extraordinarias.

W: ¿Qué lo fascina de África?

H.L.: Que es el último continente donde todavía se puede estar al  atardecer sentado en un campamento escuchando a los nativos contar historias de viajes y cacerías. África es donde todavía se puede escalar una montaña atravesando una selva de leopardos y hasta elefantes, y dos días después, pisar su cumbre nevada y abrazarse para festejar con un par de guías africanos, gritándole al mundo entero la alegría de estar vivo. África es donde todavía el  hombre debe –por ejemplo en Tanzania– estar tan pendiente como acá lo estamos del clima, de cuándo pasa la Gran Migración, un movimiento anual de animales en el que casi dos millones de cebras y antílopes se desplazan buscando nuevos pastos, arrasando todo a su paso. África es donde todavía uno puede, cada tanto, ver su cielo azul atravesado por un avión muy moderno, pero donde todos, en los campamentos, se acercan sin disimulo hacia el fuego y destraban los seguros de sus rifles cuando el aire cálido de la noche se estremece con el rugido de un león.

W: ¿Cuándo planea volver?

H. L.: Apenas pueda. Y no es tan difícil porque lo hago en forma económica, viviendo casi siempre con gente de los lugares que visito. Me quedan, sin embargo, cientos de lugares interesantes que conocer. La gente se sorprendería si supiera que se puede viajar a lugares que parecen inalcanzables, gastando a veces menos que lo que se gasta en un buen verano en Mar del Plata.

W.: ¿Cómo fue su comunicación con los nativos?

H. L.: Manejo unas 400 palabras de zulú, la lengua más hablada en  Sudáfrica. También swahili, un idioma del que muchos conocen más palabras que las que creen. Por ejemplo, safari, que quiere decir viaje, o simba que quiere decir león. O akuna matata, que significa no hay problema.

W: Además de Wilbur Smith, ¿qué otros autores lo han influenciado?

H. L.: Henry Rider Haggard, el de “Las Minas del Rey Salomón”. Tengo alrededor de 400 libros dedicados sólo a África. También leo muchos clásicos de aventura, como Jack London, Robert Louis Stevenson, Emilio Salgari y Alejandro Dumas.

W: ¿Cómo se decidió a escribir una novela?

H. L.: Fue cuando escalé el Kilimanjaro con tres miembros de la tribu chagga. Todas las noches nos sentábamos junto al fuego y cada uno contaba una historia. Y ellos decían que yo era bueno haciéndolo, lo que en África es un motivo de gran orgullo. Eso me motivó para escribir.

W: ¿Qué ha aprendido a lo largo de sus viajes?

H. L.: Dicen los guerreros masais, de Tanzania, que un hombre tiene derecho a tener miedo tres veces a lo largo de su vida: cuando escucha el
rugido de un león en la noche, cuando encuentra sus huellas y cuando puede ver uno de ellos. Yo he tenido ese miedo tres veces.

W: ¿Se siente un aventurero o un escritor?

H. L.: Ninguna de las dos cosas. Me siento un hombre común, solo que soy capaz de arriesgar casi todo, a veces hasta mi vida, para cumplir con mis sueños.

 

Nota complementaria: «Akuna matata, bwana!»

 

MONTAÑAS DE MAYOR A MENOR

  • Monte Kilimanjaro: volcán de triple cumbre del noreste de la República de Tanzania, cerca de la frontera con Kenia. Con sus 5.895 m es el pico más alto del continente africano y forma parte del grupo conocido como las 7 cumbres. Forma parte del Parque Nacional del Kilimanjaro, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987.
  • Monte Kenia: se ubica dentro del Parque Nacional del Monte Kenia, creado en 1949 y designado reserva de biosfera por la Unesco en 1978. Recibe más de 15.000 visitantes por año y está a 140 km de Nairobi, capital de Kenia. Mide 5.200 m de altura.
  • Monte Meru: montaña sagrada de Tanzania, a 70 km del Kilimanjaro. Es un volcán activo y su última erupción fue en 1910. Pertenece al Parque Nacional Arusha. Mide 4.566 m.
  • Monte Toubkal: está en el Parque Nacional de Toubkal, Marruecos. Mide 4.167 m y pertenece al sistema montañoso Atlas que recorre 2.400 km del noroeste de África.
  • Monte Kinabalu: se encuentra en el Parque Nacional de Kinabalu, en la isla Borneo, Malasia, declarado Patrimonio de la Humanidad en 2000. Mide 4.095 m.

 

 

 

 

 

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