ITALIA
El otoño, la época ideal para disfrutar Capri
Muchas celebridades vivieron en la isla, comenzando por el emperador romano Tiberio. Sus restaurantes, cafés y atardeceres siguen encantado desde entonces. Fotos
El cielo cobra un azul profundo, la temperatura cae a 25 grados y aún es posible bañarse en el mar. Los higos resplandecen y las uvas cuelgan de las pérgolas: Capri, la isla de los sentidos, parece desplegar todo su encanto. Fotos: dpa [ Ver fotogalería ]
Por Hilke Segbers (dpa)
La gaviota se alborota sobre el toldo: debajo se sentó un grupo de visitantes con galletas y la posibilidad de recibir unas migas es más bien excepcional cuando el otoño llega a Capri, una de las islas más bonitas de Italia, en el golfo de Nápoles. El flujo de turistas se reduce y la paradisíaca isla italiana adopta un ritmo más calmo que la hace aun más bella. El visitante que llega fuera de temporada alta lo descubre de inmediato. El cielo cobra un azul profundo, la temperatura cae a 25 grados y aún es posible bañarse en el mar. Los higos resplandecen y las uvas cuelgan de las pérgolas: Capri, la isla de los sentidos, parece desplegar todo su encanto.
Para vivir a pleno la pintoresca isla del golfo de Nápoles, hay que recorrerla a pie. Los caminos nunca son rectos: van oscilando entre paisajes de arbustos y bosques de encinas, con vistas ocasionales a la isla de Isquia, el continente o el lejano mar Tirreno. Un teleférico sobrevuela jardines privados hasta depositar al visitante en el Monte Solaro, en el sur. La montaña más alta de la isla, con 589 metros, suele tener en otoño diez grados menos de temperatura que la base y la cima se envuelve en nubes. Pero cuando aparece el sol, se convierte en la joya más admirable de Capri.
Muchas personalidades célebres vivieron en la isla, comenzando por el emperador romano Tiberio. Su mansión en el siglo I se encontraba en Villa Jovis, hoy una ruina. Además de un paisaje soñado, los cercanos acantilados le aportaban al parecer otra ventaja: lanzar al vacío a los efebos que habían caído en desgracia.
El gran atractivo de Capri es la gruta azul. Las excursiones que parten de la «Marina Grande» para verla suelen estar abarrotadas en verano. En otoño, en cambio, se disfruta en toda su plenitud. Después de unos minutos contemplando la misteriosa luz azul del agua es fácil olvidar que hay otras personas viendo el mismo espectáculo. Por lo demás, la isla tiene otras 65 cuevas, algunas tan impactantes como la Grotta Meravigliosa o la Grotta del Bove Marino. A unas se llega por mar y a otras por empinadas escalinatas. A la gruta azul se accede por un orificio de apenas 1,5 metros de alto.
Tras la excursión conviene comenzar la noche en la «piazetta», cuyo nombre oficial es Piazza Umberto I. Los cafés ofrecen por lo menos tres aperitivos: carnosas aceitunas verdes, cacahuetes y «taralli», una suerte de mini rosquilla. Se puede pasar horas degustando un vino o un aperol y mirando a la gente pasar. Entre los restaurants de moda destaca «Da Paolino», donde se sirve al parecer el mejor «limoncello» (licor de limón) de la isla. Los famosos van también a «La Capannina», por donde pasaron Giorgio Armani o Marcello Mastroianni. El mejor pescado asado está en «La Fontelina», frente a la famosa formación rocosa de Faraglioni.
La visita de famosos es tradición en Capri. Si la isla recibía antes a estrellas como Liz Taylor, Brigitte Bardot y Kirk Douglas, hoy sirve de descanso a Julia Roberts o Demi Moore. También a millonarios rusos o árabes. Lo que explica las tiendas de joyerías y diseñadores en la famosa «Via Camerelle». Algunos hoteles célebres son el «Grand Hotel Quisisana», el elegante «Punta Tragara», con vista a Faraglioni, o «Capri Palace» en la zona de Anacapri, famoso por su cocina. En general, también los hoteles más modestos están bien cuidados y en todas partes se encuentra una buena «trattoria» para comer pasta casera o pescado.
No es Isquia, su nombre es Ischia; Wikipedia, no siempre funciona, Saludos desde Guasington.