Ciudad Ho Chi Minh y Hanoi
Vietnam: su historia en dos ciudades
Milenaria y septentrional, Hanoi, la capital del país, resulta más auténtica y casi provinciana. Ho Chi Minh –ex Saigón– apenas suma tres siglos de vida, un pasado colonial francés cada vez más tenue y una fiebre constructiva.
Vista nocturna de la ciudad de Saigón, que en 2010 celebró sus mil años de historia. Fotos: dpa [ Ver fotogalería ]
Por Frank Rumpkf / Deutsche Presse Agentur (*)
Con sus edificios coloniales franceses y sus amplios bulevares, Ho Chi Minh, la antigua Saigón, sigue ejerciendo una atracción fascinante en Vietnam. En cambio, Hanoi, en el norte del país asiático, puede preciarse de tener una historia milenaria y ofrece en su laberíntico centro histórico una gastronomía callejera exquisita. Los árboles frangipani, que ya seducían al escritor británico Graham Greene, no han dejado de crecer y de despedir su característico aroma en Ho Chi Minh. Y también el hotel Continental, junto a la Opera –en cuya azotea se reunían durante las dos guerras de Vietnam agentes secretos y corresponsales–, sigue en el mismo lugar reluciendo un color blanco fresco e inocente.
Ho Chi Minh, al igual que toda Asia, vive desde hace años una fiebre constructiva con la edificación impetuosa de gigantes relucientes de vidrio y acero. La metrópoli en el sur de Vietnam, con siete millones de habitantes, se ha despojado de su imagen de ciudad somnolienta para convertirse en un centro económico moderno. La herencia francesa prácticamente se ha reducido a un ornamento. Y en muchos casos, edificios de la época colonial, como el ayuntamiento con su torre del reloj de 1907, han sido renovados y pintados de colores tan chillones que ya no parecen testigos auténticos de la desgarradora historia del país. La juventud se reúne por la noche en este espacio artificial y deambula por el antiguo bulevar Charner. Esta amplia avenida está flanqueada por hoteles y restaurantes con terrazas.
También la calle paralela Dong Khoi sigue siendo popular. Baja desde la catedral Notre Dame hasta el río Saigón. Aquí hay una gran densidad de tiendas de lujo internacionales, pero también cafés y restaurantes de estilo seudocolonial con palmeras de interior y ventiladores de madera. La mejor manera de descubrir lugares de la vida tradicional es participar en una excursión guiada en motoneta. A toda velocidad, el turista es llevado como acompañante en viejas motos italianas por el ajetreado tráfico de la ciudad. El recorrido, que dura cuatro horas, incluye como escalas el parque Tao-Dan, adonde acuden en la mañana hombres para exponer sus pájaros decorativos en jaulas de madera, pequeños mercados de flores y pescado, así como magníficos templos y pagodas budistas.
Merece la pena visitar, esta vez sin guía, el Museo de los Vestigios de la Guerra, con imágenes de reputados fotógrafos de guerra. En ninguna otra parte de la ciudad uno puede palpar con tanta intensidad los horrores de la Guerra de Vietnam. También en la metrópoli del norte, Hanoi, la capital de Vietnam, hay un museo dedicado a la guerra. Sin embargo, no es tan impactante como el de Ho Chi Minh. El encanto especial de Hanoi es la vida en las calles. La capital vietnamita, cuyos edificios tienen generalmente poca altura, tiene un aspecto casi provincial.
La ciudad se beneficia de su ubicación idílica junto al lago Hoan Kiem. En la orilla, la gente juega al bádminton o baila. Junto al lago comienza también el casco viejo de la ciudad, con 36 callejones laberínticos llenos de talleres de artesanía. Por todas partes hay puestos de comida en las calles, con pequeñas sillas de plástico que parecen destinadas a niños. Cuanto más baja la silla, más barata resulta ser la comida. En materia culinaria, hay dos cosas que uno nunca debe perderse en Hanoi: pho, una sopa clara de carne vacuna con tallarines, cebollitas, cilantro, albahaca, menta y unas gotas de lima. Y caphe trung: un café fuerte con espuma dulce de clara de huevo.
Vietnam es un país de cafeteros. En el distrito gubernamental de Hanoi, que también se puede explorar muy bien a pie, se encuentra el edificio más emblemático de la ciudad, el Mausoleo de Ho Chi Minh. En contra de su última voluntad, el cadáver del héroe vietnamita fue expuesto embalsamado en este edificio de mármol con forma de cubo. Detrás de él se encuentra el palacio presidencial con un jardín, un estanque y un sencillo palafito donde Ho Chi Minh vivía y trabajaba.
Un detalle divertido del complejo es el garaje con los automóviles del revolucionario, pequeños coches clásicos como el Pobeda soviético de 1955 o el Peugeot 404. El edificio más bonito de Hanoi es el Templo de la Literatura, que se encuentra a media hora de camino del mausoleo. Durante más de 800 años, el templo fue el centro de la formación confuciana. El visitante camina a través de grandes portales por cinco patios interiores con estanques, templos y tortugas de piedra. En 2010, la ciudad celebró el milenario de su fundación. En cambio, la antigua Saigón sólo tiene unos 300 años de antigüedad.
(*) Publicado en Diario PERFIL